Un pretendido magnicidio como proceso de manipulación
- Alvaro Echeverri Uruburu
- hace 3 dĆas
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Actualizado: hace 4 minutos

El cobarde asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, que sin duda despertó sentimientos de dolor y solidaridad en amplios sectores ciudadanos, fue aprovechado para que mediante una hĆ”bil y muy bien diseƱada campaƱa publicitaria, provocara determinados efectos polĆticos.
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Un primer paso, consistió en elevar el crimen a la categorĆa de magnicidio (del latĆn magnus grande y cidiomuerte). El diccionario de la RAE define dicha figura como āla muerte violenta de una persona muy importante por su cargo o poder.ā
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A esta categorĆa corresponden sin duda, los asesinatos del presidente Abraham Lincoln a manos de un individuo de un Estado sureƱo derrotado en la Guerra Civil norteamericana de 1861- 65; el del archiduque de Austria Francisco Fernando en Sarajevo por un nacionalista serbio que condujo a la Primera Guerra Mundial y del primer ministro Isaac Rabin por un extremista judĆo con el propósito de sabotear los acuerdos de paz entre Israel y Palestina.Ā En Colombia, sin duda los crĆmenes deĀ GaitĆ”n y GalĆ”n tuvieron como finalidad impedirles su seguro ascenso a la presidencia de la repĆŗblica.
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Nadie niega que Miguel Uribe Turbay fuera una figura joven promisoria, mĆ”s que por sus mĆ©ritos personales por su pertenencia a una familia polĆtica poderosa y con importantes relaciones con los poderes económicos y polĆticos del paĆs.Ā Pero le faltaba trayectoria para adquirir la talla de una persona muy importante por sus acciones y realizaciones con impacto en la sociedad civil para que su asesinato pudiese ingresar a la categorĆa de magnicidio.
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De otra parte, durante su trĆ”nsito por la vĆa pĆŗblica demostró una insensibilidad propia de una clase social ajena a los dolores y tragedias de los sectores mĆ”s dĆ©biles, como en los casos de la violación a Rosa Elvira Cely o el del joven bachiller Dilian Cruz, asesinado por la fuerza pĆŗblica cuando participaba en una protesta pacĆfica. A las madres de Soacha, que clamaban justicia por la muerte de sus hijos en los llamados āfalsos positivosā, las tildó de mentirosas.Ā En cada momento crucial, su posición fue siempre de frialdad, negación y desprecio por el sufrimiento ajeno.
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Su labor como congresista se limitó a oponerse en forma sistemÔtica, aparatosa y a veces infantil, a todos los proyectos del actual gobierno sin importar su contenido social, como en los casos de las reformas laboral y pensional.
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Esta trayectoria polĆtica tan pocoĀ edificante, que por supuesto fue omitida, para por medio de una operación publicitaria de alta cirugĆa (los noticieros enteros dedicados a destacar al personaje, entrevistas acerca de su actividad como concejal y congresista, grandes fotografĆas en los medios escritos, transmisiones en directo de las personas que acudĆan a la clĆnica para solidarizarse o para orar por su recuperación), aprovechó el poder simbólico del asesinato para articularlo con el anclaje emocional de cientos de personas que meses atrĆ”s ni siquiera habĆan oĆdo hablar del personaje. Con todo, tras varios dĆas luchando por sobrevivir, las encuestas lo situaban como ganador indiscutible de la presidencia en el evento de que se recuperase del atentado, cuando ni siquiera se habĆan escogido los candidatos de los partidos polĆticos que irĆan a la contienda electoral.Ā
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Para completar, el discurso de Ćlvaro Uribe desde su prisión domiciliaria en el funeral de Miguel Uribe leĆdo por el director del centro democrĆ”tico en contra de los reiterados llamamientos de muchos sectores a la moderación, acusó al presidente Petro de haber instigado el asesinato de su ahijado polĆtico. Finalmente, trastocando el rito religioso del funeral, el padre de Miguel Uribe, leyó todo un manifiesto polĆtico, para concluir entregando la candidatura de su hijo al jefe natural de ese partido.
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Toda esta operación de manipulación estuvo inequĆvocamente dirigida a sacar rĆ©ditos polĆticos de la muerte de Uribe Turbay a favor de un partido debilitado de tiempo atrĆ”s, que habĆa recibido recientemente uno de los golpes mĆ”s duros a su prestigio, a raĆz de la condena decretada en primera instancia a su fundador y lĆder indiscutible.
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Sin duda, la derecha extrema del paĆs ha resultado fortalecida de todo este cuestionado proceso.
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El Editor,