“No tengo tiempo para cosas sin Alma”, decía Emma Reyes (1919-2003), la artista colombiana que no lo fue en nuestro país, y que sin embargo en el exterior triunfó como pintora, dibujante y también escritora. Conocida en Argentina. En México trabajó un tiempo en el taller de gran muralista Diego de Rivera. Colaboró decididamente en el montaje para exposición de Frida Kahlo, luego expuso sus obras en Italia y en París. Ciudad en la que fue mecenas de muchos artistas jóvenes que buscaban un lugar en el mundo del arte. Ella les abrió las puertas a pintores como Luis Caballero, Fernando Botero, Darío Morales, Antonio Barrera, entre otros muchos. Lamentablemente la industria y el mercado del arte Colombiano nunca supo apreciar su grandiosa vida y obra.
En abril de 2012, la Editorial independiente Laguna, dirigida por Felipe González, publicó la obra literaria “Memoria por correspondencia”, la que sería el pequeño “best seller” en palabras de Camilo Otero, director de la fundación Malagueña que apuntaba a promover obras literarias de artistas latinoamericanos y que en su maleta rumbo a Bogotá, portaba las cartas que la artista Emma Reyes había enviado por casi 30 años al diplomático Germán Arciniegas, quien fuera su amigo solidario en tierras europeas; cartas que esa artista, poco conocida en Colombia pero sí en el exterior, le había dejado a buen recaudo para cuando fuera el momento de publicarlas.
Las innumerables cartas relatan el universo de una niña, Emma, que fueron muchas Emmas en diferentes países y en épocas de grandes conflictos bélicos, pero también de importantes desarrollos industriales, de cambios sociales y políticos. Épocas de niñez desamparada, pobre y en muchos casos huérfanas “acogidas” por las comunidades religiosas que regentaban orfanatos patrocinados por las élites sociales y protegidas por los jerarcas de la iglesia. Allí, el trabajo esclavista era la forma de pagar su mísera; austera y lánguida manutención y condiciones casi de hambre, cargadas, eso sí, de humillaciones.
Emma Reyes, en su adultez conecta su memoria hurgando en lo más recóndito de ella, descorre la neblina de su mente para retrotraer el tiempo y narrar con una fina pluma, sencilla siempre, pero locuaz muchas veces, sumergiéndonos en la vida de una niña cuya infancia infeliz discurre en cuartos oscuros, en profundo encierro, con el hambre que carcome los huesos y el estómago, sin una molécula de amor filial excepto por el de su hermana un año mayor. Con una madre que no fue madre, capaz de regalar y abandonar a sus hijos en la calle.
Sus cartas, cargadas de dolor pero con la firme creencia de que el mundo de afuera del orfanato en el que vivió su encierro 15 años, tras cerrar a sus espaldas tres puertas imposibles de franquear, seguramente era mejor que el infierno al que a diario eran sometidas las niñas huérfanas: lavando cantidades imposibles de sábanas para grandes hoteles; bordando ajuares para “gente rica” o casullas bordadas en hilos de oro y plata para los obispos y camisolas blancas para curas y hasta una mitra para el Papa; trabajando algunas veces hasta18 horas diarias, con raciones infames de pan y agua de panela fría, pero eso sí, rezando a las horas de descanso, alienadas por el miedo a la condena eterna si sus votos involuntarios de obediencia se transgredían bajo la amenaza implacable de ser consumidas en el averno y sometidas a grandes torturas por parte del demonio que les soplaba en el oído a diario, tal como lo describe Reyes en sus misivas.
Entre puntada y puntada Emma Reyes, borda el mapa mental, que en el futuro recorrería con la misma libertad que dibujaba en las alas de los grandes pájaros de colores que adornaban los manteles y lencerías, en las alas en que volaba su imaginación sin adivinar que en el futuro serían las mismas puntadas con las que construiría sus maravillosas obras pictóricas, y que las monjas endiabladas e infames vendían a precios de oro y de las que nunca vio un solo centavo.
Cartas casi todas bellamente acompañadas de dibujos a mano alzada y de líneas de magnífica pureza, con las que transmite lúcidamente el dolor de su relato inscrito en cada una de ellas.
Esta hermosa obra publicada de manera póstuma, ha tenido hasta la fecha 7 ediciones y traducida a 18 idiomas. Fue declarada “Libro del año” en Colombia. Un relato humano imperdible.
*Abogada, Magister en Administración pública, . Autora de la obra Mujeres rescatadas del olvido.(Ed EKEPSY,2023) colaboradora de la revista Columna 7, Santa Marta.
Gracias a la autora del artículo, invita una y otra vez a rescatar las mujeres del olvido, como Emma reyes, cuantas otras niñas padecieron tales sufrimientos y humillación, leer sus cartas debe ser muy doloroso, pero resulta necesario hacerlo para conocer esa realidad oculta de "acogida a huerfanos" en muchas sociedades.
Gracias por presentarnos en tu excelente artículo a Emma Reyes. No la había oído nombrar, e igual que Sofi estuve ahondando en su vida y obra.
Sacar a la luz personajes tan interesante nos permite ampliar nuestro panorama de pintoras y escritoras colombianas que han brillado por otras tierras.
Gracias!!
Este debe ser un relato muy desgarrador, esas cartas como muchas historias de sueños de niñas que por encima de talanqueras llegan a sobreponerse.
Muy interesante, buscaré la obra de ella y me parece inspirantes los comentarios, alentadores para leer la obra
Que buen articulo, me obliga a buscar la obra, disfrutarla y si es posible leer esas cartas que obviamente deben ser muy desgarradoras