… Me puedes hacer una lista?

Mis invitados siempre me preguntan en mi casa, sí he leído todos los libros que están en mi biblioteca. De forma presuntuosa les digo que escojan uno al azar y me digan su título para decirles su contenido. No sé por qué siempre terminan tomando uno que he leído y tiene mis anotaciones. Tengo muchos libros… empezados, algunos abandonados y otros simplemente en espera. Una espera que a veces puede ser eterna.

Cuando estuve a punto de morir, un médico se sentó en la cama de la habitación en donde estaba, en un hospital improvisado el 28 de abril de 2021 a las cinco de la mañana, a decirme que me tenían que dar ventilación mecánica porque mis pulmones no daban respuesta a los tratamientos. Tomé conciencia de que mis posibilidades de sobrevivencia en medio de una pandemia eran muy limitadas. Ese día, en la soledad más acuciante, solo podía acordarme de lo que había logrado leer.

Le dije a Tokio en la llamada más amarga de mi existencia que cremara mis cenizas y las esparciera por el lago Balatón, y que colocara en mi epitafio: yace aquí un hombre que solo quiso leer, pero no lo dejaban. No sé cómo, pero poco a poco, cuando faltaba el aire y entraba en el sueño que te aproxima a la muerte, solo veía libros. Ahí entendí a Borges, con su apotegma de que el paraíso es como una biblioteca infinita con todo el saber contenido.

Hoy con toda sinceridad puedo decir que la literatura es la vida, la que no vivimos, la que quisimos vivir, pero también la única que se va con nosotros, porque los libros que leemos nutren el torrente de tinta que impregna nuestra alma.

Al final del recorrido por mi biblioteca todos mis visitantes me terminan diciendo inexorablemente…

Sociólogo, con estudios de Maestría en Literatura y escrituras creativas, Estudios de Maestría en Filosofía, Doctor en Sociología Jurídica e instituciones políticas, con un postdoctorado en Ciencias sociales y un segundo postdoctorado en Epistemology. Es ensayista y escritor académico.