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Los poderes ocultos

Gonzalo Echeverri

Siempre y en todas partes “lo oculto” ha ejercido una gran fascinación por su promesa de otorgar al ser humano toda clase de poderes y también, como no, ha provocado un no menos intenso rechazo sobre todo a partir del predominio de las ciencias de la naturaleza y su paradigma materialista - mecanicista desde el siglo XVIII hasta nuestros días.


       El concepto de “lo oculto” - lo que generalmente se denomina “ocultismo”- es bastante nebuloso y general, ya que abarca todos aquellos fenómenos extraordinarios que no pueden explicarse por lo que sabemos de las leyes naturales. Fenómenos tales como la trasmisión de estados mentales sin el concurso de los sentidos ordinarios (telepatía), conocimiento extrasensorial de hechos ocultos(clarividencia), anticipación o conocimiento de hechos futuros (premonición), separación de la conciencia y el cuerpo (desdoblamiento), acción de la mente sobre la materia (psicoquinesis), apariciones fantasmales y presunta comunicación con los muertos (espiritismo), curaciones inexplicables   y un largo etcétera.


         Tales hechos, como viene de decirse, son conocidos desde la más remota antigüedad y en la literatura de todos los pueblos son abundantísimas las referencias a ellos. Es así como sabemos que entre los pueblos más antiguos como los indos, los egipcios, los babilonios, los persas y muchos otros se practicaban las artes adivinatorias y la evocación del espíritu de los muertos. Y por supuesto, en la Biblia hay numerosas alusiones a muy variados prodigios como son por ejemplo las fantásticas maravillas realizadas por los magos del faraón en su lucha con Moisés y Aarón. José tenía sueños premonitorios e interpretaba los sueños también proféticos del faraón. Hay también evocación de los difuntos como es el caso de la profetisa de Endor que por solicitud del rey Saúl, evoca el espíritu del profeta Samuel quien se aparece y acertadamente predice la trágica muerte del rey. Son célebres los milagros del profeta Elías que incluyen resurrecciones. En el Nuevo Testamento Jesús y también los apóstoles   realizan muchas curaciones consideradas “milagrosas”. Es evidente que en aquella época eran tan frecuentes las prácticas de adivinación, el espiritismo y toda clase de hechicerías, que   numerosos textos bíblicos las prohíben incluso bajo pena de muerte.


        En Grecia abundan los relatos sobre hechos   extraordinarios. Es famoso el oráculo de Delfos y Pitágoras, de quien se ha dicho que era una especie de “chamán” griego, era iniciado en las prácticas ocultistas del oriente y decía recordar perfectamente sus vidas pasadas. Y nadie menos que Aristóteles fue un entusiasta creyente en la astrología y la quiromancia.


        Por su parte, los romanos fueron particularmente supersticiosos. Ya en la Ley de las XII Tablas se castigaba con pena capital a quien arrojara hechizos o “malos fluidos” en los sembrados ajenos. Los arúspices y augures adivinaban el porvenir observando el vuelo de los pájaros y examinando las entrañas de los animales sacrificados. Tácito y los dos Plinios refieren toda clase de hechos misteriosos como el caso del filósofo Atenodoro y la casa encantada de Atenas. Según Suetonio, Augusto mandó quemar cerca de 2.000 libros de magia, hecho sorprendente sin duda por lo escasos que eran los textos escritos en aquella época.


          En la Edad Media hay una verdadera epidemia de hechiceros, brujos, maleficios, sortilegios y posesiones supuestamente diabólicas. Esta fiebre por el ocultismo no cesó en el Renacimiento y por el contrario invadió todas las clases sociales; muchos hombres destacados eran alquimistas, astrólogos o cabalistas, como Paracelso, Nicolás de Cusa, Pico de la Mirandola, Jacob Boheme, Kepler y más recientemente el propio Newton, estudioso apasionado de la alquimia. Y como se sabe, muchas brujas y magos y personas inocentes perdieron su vida en la hoguera, acusados de fabulosos crímenes como provocar tempestades, o causar toda clase de enfermedades y maleficios.


          El Oriente es rico en relatos de toda clase de prodigios, especialmente los que se atribuyen a los faquires de la India los cuales, según refieren varios viajeros, podían ser insensibles al dolor y permanecían enterrados con vida. Hay además gran cantidad de escritos que se refieren a los poderes ocultos de los yoguis llamados siddhis. En el Tíbet son famosos los fenómenos atribuidos a los magos y lamas como la materialización de seres creados mentalmente (tulpas) como lo atestigua la famosa orientalista francesa Alexandra David-Neel quien pudo realizar el fenómeno por sí misma.


Lo oculto en la era moderna


En la era contemporánea lo oculto cobró gran auge en la segunda mitad del siglo XIX a partir de los fenómenos espiritistas de las hermanas Fox, en Hydeville, estado de Nueva York, en 1848. Fue tanta la “explosión del ocultismo” que motivó que varios intelectuales y hombres de ciencia de valía, decidieron acometer su estudio con criterio científico, es decir con base en hechos debidamente comprobados; así surgió la respetada Sociedad de Investigaciones Psíquicas de Londres(SPR)en 1882, la cual en sus  publicaciones y archivos recoge  centenares de casos bien  verificados sobre gran variedad de  fenómenos paranormales; las actas sobre Eleonora Piper, una extraordinaria médium, comprenden más de tres mil páginas. Ya en el siglo XX y por obra principalmente de J.B. Rhine surge en la Duke University de Durham, Carolina del Norte el estudio de los fenómenos mediante métodos cuantitativos y estadísticos. Hoy ya son muchos los centros de investigación tanto en América como en Europa.


Ciencia y ocultismo


Con frecuencia se confunde el estudio serio y riguroso de los fenómenos ocultos que constituye la ciencia denominada parapsicología, con la magia, el espiritismo y toda clase de prácticas supersticiosas de la picaresca ocultista. Como hemos dicho, los investigadores han sido objeto de furiosas críticas por parte de la ciencia ortodoxa y sus concepciones materialistas que se han propuesto “desenmascarar” los fraudes y falacias que ciertamente son frecuentes en estos ambientes en los que campea la credulidad más extrema. Ejemplo de ello fue la Liga contra la superstición científica liderada por el sociólogo Theodor W. Adorno. Freud, por su parte, advirtió del peligro de una regresión psíquica “que puede conducir a nuevas servidumbres y dependencias “.


          Y, sin embargo, serias y exhaustivas investigaciones han demostrado que tales creencias – aparte de dichos fraudes y falacias -tienen muchas veces un fondo de verdad y no pueden desconocerse apresurada e irreflexivamente, porque los hechos, que como se dice, son tozudos, hablan por sí solos a pesar de la carga de prejuicios y malentendidos. El propio Freud confesó explícitamente que “personalmente estoy muy lejos de descartar sin más en todas partes estos fenómenos sobre los cuales existen tantas observaciones serias, incluso de hombres de relevante nivel intelectual y que merecerían ser objeto de investigaciones más extensas y circunstanciadas”. Veamos algunos ejemplos de tales fenómenos:


            Tras la muerte del Dante, se advirtió la pérdida de los trece últimos cantos de su gran obra, la Divina Comedia, los cuales fueron inútilmente buscados durante años, pero que finalmente fueron encontrados por su hijo Jacopo, gracias a un sueño en el que el espíritu del poeta le indicó donde se hallaban.


         El 7 de octubre de 1571 el papa Pío V se encontraba en el Vaticano en compañía de varios prelados. De un momento a otro el pontífice se dirigió a la ventana y mirando al cielo exclamó con gran exaltación: ¡Demos gracias a Dios, hemos logrado la victoria! Eran exactamente las cinco de la tarde, la misma hora en que los cristianos vencieron a los turcos en la famosa batalla naval de Lepanto a la entrada del golfo de Corinto, a centenares de kilómetros del Vaticano.


          En sus Centurias, publicadas en 1555 Nostradamus profetizó: “Senado de Londres condenará a muerte a su rey” (IX-49) y así ocurrió exactamente noventa y cuatro años después cuando en 1649 el Parlamento inglés condenó a muerte al rey Carlos I Estuardo. No parece una simple casualidad como tampoco lo es que en I-60 vaticinara:” un Emperador nacerá cerca de Italia” y que en VIII-57 anunciara “De simple soldado llegará al Imperio” …… valiente en armas, el peor con la Iglesia”, completado con IV- 54 que reza “De nombre que nunca fue de rey galo, jamás hubo un rayo tan temido”. Es claro, clarísimo que tales versos proféticos se refieren a Napoleón. ¿Cómo pudo el vidente francés saber estos hechos tan precisos con siglos de anticipación?...


          El médium escocés Daniel Dunglas Home fascinó durante la segunda mitad del siglo XIX a toda la sociedad europea con sus extraordinarios fenómenos que incluían elevación de objetos, materializaciones y apariciones fantasmales y la propia levitación, fenómenos de cuya autenticidad dieron cuenta muchos testigos e investigadores como el importante químico Sir William Crookes, descubridor del talio e inventor del tubo de rayos catódicos


          Ya en nuestra época Jung, por su parte, da cuenta de muchos hechos paranormales por él presenciados o experimentados personalmente, tales como sueños proféticos y casos de telepatía.


Perspectivas ideológicas


        Los hechos paranormales, es obvio, conllevan una ampliación inusitada de nuestras concepciones ordinarias de lo que es la realidad, de sus posibilidades y límites. Porque, aunque no sabemos cuál es su última naturaleza -la cual permanece oculta en el misterio-- si podemos afirmar que es mucho más vasta, compleja y rica de lo que creemos guiados tan solo por el sentido común y la experiencia ordinaria, Y no sólo del mundo puede decirse lo anterior, sino fundamentalmente de nosotros mismos.


            Estos fenómenos implican un gran desafío para la interpretación científica del mundo cuyos marcos de referencia son abiertamente desbordados por hechos inexplicables pero ciertos. Y el problema que plantean no puede resolverse negando tales hechos porque ello implicaría un grave desconocimiento del método científico que obliga a examinar sin prejuicios en forma imparcial los hechos, aunque sean chocantes o insólitos. 


            Lúcidamente lo expresó Schopenhauer en estos términos: “Para burlarse anticipadamente de toda simpatía oculta o de toda acción mágica hay que creer que el mundo se comprende bien muy bien…nos hallamos sumergidos en un mar de enigmas y de cosas incomprensibles “


        En la medida en que podamos comprender y usar los poderes ocultos se abren perspectiva inéditas e inimaginables para el ser humano. Para algunos nos encontramos en los umbrales de una nueva era de la humanidad “una hora estelar “que nos permitirá descubrir muchas leyes ocultas de la naturaleza y hechos desconocidos del pasado, del presente y también del futuro. Pero esta visión es ingenuamente optimista porque el poder siempre trae consigo una ambivalencia radical. Puede ser utilizado con fines sanos y altruistas o servir para cometer actos dañinos o perversos como sería por ejemplo el uso de poderes psíquicos con fines terroristas; se puede, por ejemplo, producir un gran caos si la mente de algunos psíquicos interfiere en el software de una central nuclear o planta eléctrica o cualquier servicio público esencial.   Decía Freud “Si la mente pudiera matar, ya la humanidad se habría extinguido hace mucho tiempo”. Y la verdad es que, si pude matar, pero son muy pocos los que, por fortuna, tienen tal facultad.


         Nos hemos referido al ocultismo en su sentido corriente el cual abarca todos los hechos paranormales y también las supersticiones populares. Pero el concepto es mucho más profundo y complejo porque el ocultismo conlleva básicamente una concepción filosófica y un conocimiento de los atributos arcanos de la vida, de la naturaleza y del ser humano, pues como dice H.P. Blavastky, gran maestra del ocultismo moderno, el ocultismo es “la ciencia que estudia los misterios de la naturaleza y el desarrollo de los poderes psíquicos en el hombre. Esta ciencia versa sobre las cosas que están fuera de la percepción de los sentidos y, especialmente sobre los hechos que no pueden explicarse por las leyes de la naturaleza universalmente conocidas……” Tales conocimientos se basan precisamente en la clarividencia de generaciones de videntes de todas las épocas y países como método de investigación de los poderes de la mente y de los mundos o realidades sutiles.


          En consecuencia, el problema que en la cultura plantea el reconocimiento de las facultades psíquicas de la mente humana, es el de integrar dicho conocimiento en una concepción unitaria del mundo, concepción que será siempre parcializada, incompleta y superficial si se ignoran tales facultades.



*Abogado. Ex-magistrado del Consejo Nacional Electoral. Autor del Libro Nostradamus y la guerra islam-occidente (Villega Editores 2004)

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