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La muerte de la inteligencia y el triunfo de la estupidez

  • Rafael Porto Cantillo
  • 23 sept
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 1 oct

“Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, pero… de la primera no estoy seguro”.

 

–Albert Einstein.



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Vivimos en una era tenebrosa –donde al parecer– ha muerto la inteligencia y ha triunfado la estupidez. Nunca antes en la historia de la humanidad habíamos estado tan rodeados de información como en la era actual, se puede decir que navegamos en un mar de datos, cifras, estadísticas, opiniones, titulares, memes, hashtags, respuestas rápidas y verdades aparentes. Pero en este mar la inteligencia parece haberse ahogado sin testigo alguno. No pensar –razonar– frente a los hechos y de cara a la realidad debería ser considerado un delito. Las pasiones y las emociones mueven al ser humano y destruyen la inteligencia. La muerte de la inteligencia no fue un crimen accidental, fue un suicidio causado por el afán, el ruido, la banalidad, la sed de poder, la fama y la ilusión del dinero.

 

La inteligencia no muere de un solo puñetazo. Muere lentamente cuando la emoción desplaza a la razón y cuando reaccionamos sin reflexión. Muere cada día cuando se aprecia más la apariencia sobre la esencia. Muere cuando dejamos de hacernos o de hacer preguntas incómodas  –así como Sócrates, llamado el tábano de Atenas, pues como un tábano que pica a un caballo perezoso, el maestro de Platón, molestaba e inquietaba a la sociedad ateniense para que se cuestionara sus costumbres, y su estilo de vida, impulsándola a reflexionar sobre la verdad y la virtud– la inteligencia muere cada día cuando renunciamos a la duda, al asombro y a la contemplación. Muere cuando entregamos nuestro criterio a las mayorías, a las masas acéfalas o peor aún, a los algoritmos.

 

En cambio, la estupidez no sólo es ignorancia. Es la renuncia al pensamiento. Es la  la opinión sin fundamento que para desgracia de la humanidad cuenta con millones de likes en las distintas redes sociales. La estupidez ya no grita; se viraliza. Dice el escritor español Arturo Pérez-Reverte que lo que más desprecia es la estupidez; “Antes creía que los malos eran lo peor, lo peor es el estúpido, si juntas a mil malos con un estúpido tienes a mil un malos”.

 

En ese mismo sentido el teólogo Dietrich Bonhoeffer también lo advirtió: “el problema no es la maldad sino la estupidez”. Para Bonhoeffer la estupidez es más peligrosa que la maldad porque, a diferencia del malvado, que puede ser razonado o combatido, la estupidez hace que la razón y las protestas sean inútiles. Las personas estúpidas, especialmente en grupo, se vuelven independientes de la razón y se convierten en una herramienta peligrosa, “capaz de cualquier mal”. 

 

Se avecinan tiempos de política y en política, la inteligencia se fue de vacaciones, mejor dicho, se pensionó, pues se castiga al que explica o intenta razonar y brindar argumentos sólidos, por el contrario, se premia al que simplifica y al que ataca al contrincante con ofensas y falacias. El que duda es débil; el que grita convence, no sabiendo que la duda es uno de los principios de la sabiduría. Se ridiculiza al experto, y se glorifica no solo al sentido común, a la opinión de la mayoría, sino también al influencer de moda, como si este no fuera formado por el prejuicio, y la ignorancia. Ahora ser culto es “aburrido” y “elitista”.

 

La educación, que alguna vez fue instituida para razonar, y para resolver problemas, también ha sido infiltrada por la lógica del rendimiento, la utilidad y la rapidez. El estudiante no es formado para pensar, sino para aprobar. Algunos profesores –no todos– no son guías, sino operadores de programas académicos. Se habla y se enseña de habilidades blandas, de competencias, de productividad, pero poco de justicia, verdad, belleza o ética.

 

Con todo, hay que decir que la inteligencia no está muerta del todo. Está oculta y vive en el espíritu de quienes aún leen y optan por el pensamiento crítico, en quienes dudan antes de opinar, en quienes aún creen que el pensamiento no es un adorno, sino una forma de existir. Vive en quien resiste el ruido de los distintos medios de comunicación, vive en aquel que reconoce su propia ignorancia, habita en quien no acepta que la estupidez sea el pan de cada día y la combate con la espada de la razón.

 

Es preciso recordar que la inteligencia no es vanidad, sino una necesidad. Que sin pensamiento, la libertad es una mera ilusión. Que sin juicio, la democracia no es democracia sino pseudodemocracia. Que sin inteligencia, no hay futuro. Por desgracia la inteligencia tiene límites, en cambio la estupidez no. Entre más estúpido, más seguidores tienes. Entre más culto, más aburrido eres.

 

La estupidez triunfa cuando dejamos de defender la inteligencia como patrimonio de la humanidad, cuando nos resignamos a ser borregos del sistema y a optar por un estilo de vida encaminado hacia la superficialidad. Pero ese triunfo no tiene por qué ser definitivo. Bien lo dijo Immanuel Kant: ¡Sapere Aude!, que traduce: ¡ten el valor de servirte de tu propia razón! He aquí el lema de la ilustración; atrévete a pensar por ti mismo sin la asistencia de otro. Es aquí cuando alcanzamos la verdadera mayoría de edad.

 

En definitiva, de las cosas que más detesto son la injusticia, la hipocresía, la envidia, la ignorancia, pero la estupidez la ubico en el primer lugar. Por esta razón es tan importante la educación, el conocimiento, el pensamiento crítico, el saber, el conocer, el entender para no dejarnos manipular ni por los malos ni por los estúpidos. Los estúpidos son tan peligrosos que ponen presidente, gobernadores y alcaldes incompetentes. Así que, mi querido amigo lector: ¡pensar sigue siendo un acto de resistencia!


*Abogado y Periodista.

 

 

8 comentarios


Invitado
28 oct

Muy buen articulo, te pone a pensar y a créer que parece que ser estupido esta de moda. Pensar, reflexionar, cuestionar parecen ser cosas del pasado. Triste y difcil situacion a la que nos enfrentamos hoy.

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Ernesto niño
17 oct

Muy buen articulo, gran contenido y en efecto nos pone a pensar sobre nuestra forma de actuar

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Invitado
07 oct

Nada que no fuera real. Excelente artículo

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Invitado
06 oct

Excelente artículo


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Invitado
05 oct

Muy buen artículo 👌

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