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La Hipocresía de la descertificación

  • Foto del escritor: Alvaro Echeverri Uruburu
    Alvaro Echeverri Uruburu
  • 28 sept
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 1 oct


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Hace 50 años, el presidente norteamericano Richard Nixon, lanzo su campaña de “la guerra contra las drogas” comprometiendo además a los países productores de estas, a la persecución de su cultivo y tráfico internacional.


Desde esa época, muchos economistas y expertos pronosticaron con argumentos serios el fracaso de esta política, como sin duda ha ocurrido hasta ahora.


Y la razón era entonces y es hoy de Perogrullo: mientras exista la demanda de una mercancía, habrá producción de esta, de acuerdo con las inexorables leyes del mercado capitalista. Igualmente, de conformidad con esas mismas leyes, los costos de producción de la droga, que necesariamente tienen que incorporar la persecución policial los elevan sustancialmente, maximizando las ganancias del negocio.


Desde luego, parte de estas ganancias va a dar a los “micro carteles” colombianos y a los poderosos carteles mexicanos, que transportan la droga hasta el territorio norteamericano, pero las ganancias que se generan al interior de ese mercado de 60 millones de consumidores ciertamente no pueden corresponder a esas organizaciones criminales que no operan directamente al interior de la Unión Americana.


En este punto nos enfrentamos a la “caja negra” del negocio de las drogas.  Un tema del cual no habla el gobierno norteamericano y que la prensa de ese país se resiste a registrar: “Los carteles domésticos” del tráfico de drogas ilícitas que se apropian de sus mayores ganancias, -según algunos cálculos hasta 500.000 millones de dólares anuales- que ingresan sin problema al flujo monetario del sistema financiero de Estados Unidos.


El periodista mexicano, J. Jesús Esquivel apoyándose en numerosas entrevistas, documentos y archivos judiciales de Estados Unidos, ha publicado una investigación bajo el título “los carteles gringos. La crisis del fentanilo y el fracaso para combatirlos” (Grijalvo,2025), que proporciona por primera vez, que sepamos, información sobre quienes controlan el mercado interno de las drogas ilícitas en el país norteamericano.


Por su parte, el periodista estadounidense, Seth Harp en obra no traducida al castellano, pero cuyo contenido ya ha sido publicitado y que se titula “The fort cartel…” denuncia la existencia de un verdadero cartel militar, conformado por miembros de todas las armas de las fuerzas militares de los Estados Unidos y cuya dirección se encontraría en la base de Fort Brag, en la costa este.


Ahora bien, a lo largo de todos estos años no conocemos de capturas y menos de condenas de los miembros y “capos” de los carteles norteamericanos, al tiempo se han exigido esfuerzos y sacrificios a naciones que como México ha perdido más de 230 mil de sus hijos en esta lucha inútil o Colombia que ha visto caer asesinados jueces, magistrados, periodistas y cientos de soldados y policías por la misma causa.


Resulta hipócrita, por tanto, la posición de la potencia hegemónica en este hemisferio, cuando exige resultados en la llamada guerra contra las drogas y que impone sanciones cuando tales resultados no se acomodan a sus exigencias, mientras ella misma incumple sus responsabilidades de perseguir internamente este delito, permitiendo, eso sí, que su sistema bancario aproveche los réditos de este.


Sabemos que no se encontrara una solución rápida al problema de la droga que no sea la policial. Pero entre tanto Colombia, en ejercicio de su soberanía deberá rechazar cualquier sistema de certificación que no provenga de un organismo multilateral, como las Naciones Unidas. En condiciones de igualdad, además, por medio de acuerdos y tratados, convenir que en la lucha contra el narcotráfico se consagre la corresponsabilidad de países consumidores en la persecución a las mafias internas que se lucran del negocio ejerciendo inspección activa sobre el lavado de activos a través de sus respectivos sistemas bancarios. Tal vez entonces podría lograrse en alguna medida resultados exitosos.


Para ello habrá que esperar que los lideres mundiales recuperen la razón y acuerden restablecer la vigencia del Derecho internacional.

 

El Editor.

3 comentarios


Invitado
hace 6 días

Excelente columna. !

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Álvaro Quijano Camargo
08 oct

Pero porque no se plantea la posibilidad de la legalización de la droga ...

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Jorge mendoza
02 oct

Totalmente de acuerdo. Parece que el sector financiero internacional se ha convertido en "la mafia de los INTOCABLES"

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