La guerra del oro
- Jorge Mendoza
- 24 nov
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El pasado 4 de noviembre se abrieron al público en general, las puertas del museo arqueológico más grande del mundo dedicado a una sola civilización: el GRAN MUSEO DE EGIPTO, exactamente 103 años después de que el inglés Howard Carter descubriera la tumba del faraón TUTANKAMÓN. El área del lote es equivalente a casi 76 campos de futbol, exhibe más de 100.000 piezas de incalculable valor histórico, muchas de oro sólido o con revestimiento de ese precioso metal, ya que la orfebrería ha sido en muchas civilizaciones ancestrales un oficio muy generalizado y altamente apreciado. La ceremonia inaugural fue una presentación fastuosa celebrada el 1 de noviembre frente al mismo museo ubicado en Guiza, cerca y a la vista de las famosas pirámides faraónicas. Se convocaron más de 70 delegaciones entre jefes de Estado, primeros ministros, realeza y altos dignatarios oficiales de diversas partes del mundo. El presidente egipcio Abdel Fattah el‑Sisi y la primera dama estuvieron presentes y se invitó expresamente al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, a asistir.
Un gran despliegue para mostrar los vestigios de una de las más grandes civilizaciones de la historia y un llamado a visitar los tesoros arqueológicos del antiguo Egipto.
Sin embargo, el Egipto del siglo XXI está en el centro de una región explosiva que desafortunadamente en el futuro será recordada por razones menos civilizatorias. Al norte se está produciendo el genocidio contra el pueblo palestino, del cual se han escrito ríos de tinta y se han producido protestas individuales y colectivas que le han gritado, a más no poder, a los indolentes gobernantes del mundo que no quieren mover un dedo para detenerla. Pero en la frontera sur, Egipto tiene al país de SUDAN, en donde está ocurriendo otro genocidio en una guerra civil brutal en la que dos generales se disputan por el control de las minas de oro.
En general, el oro no solo ha producido fascinación a lo largo de la historia en todos los rincones del planeta, sino que, en los principales mercados financieros del mundo, se ha vuelto un “activo refugio” contra las fluctuaciones de la economía. En muchos de los museos del mundo encontramos piezas de orfebrería que datan de miles de años atrás y la joyería actual de oro adorna las vitrinas y los atuendos de muchas personas. Los países árabes son grandes demandantes de oro y en sus comercios y bazares se pueden encontrar enormes “zocos” (grupos de tiendas) especializadas en toda clase de joyas y ornamentos de oro.
La “fiebre del oro” ha sido protagonista de muchos procesos y conflictos sociales, pero lo que está sucediendo actualmente en Sudan, es absolutamente aterrador.
La guerra civil en Sudán, que comenzó el 15 de abril de 2023 según la ONU, "se está saliendo de control". El conflicto enfrenta a las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), lideradas por el General Abdel Fattah al-Burhan, contra las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar liderado por el General Mohamed Hamdan Dagalo ("Hemedti"). Según ACNUR, más de 12.6 millones de personas (la mitad niños) han sido desplazadas por el conflicto, la mayoría permaneciendo dentro de Sudán. Se han reportado más de 3.000 muertes de civiles solo en la primera mitad de 2025, a menudo debido a enfrentamientos armados, pero también por ejecuciones sumarias. Casi 25 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente, con más de 24.6 millones de personas en inseguridad alimentaria grave. La hambruna es un peligro latente en regiones como Darfur y Kordofán del Sur. La violencia sexual, incluyendo violaciones grupales y esclavitud sexual contra mujeres y niñas, es un arma de guerra utilizada por las facciones y más del 80% de los hospitales han cerrado en las zonas de conflicto, lo que, junto con la falta de saneamiento, ha provocado la propagación de enfermedades como el cólera y el dengue.
Veamos un poco los antecedentes: Entre 1899 y 1956 la política colonialista de la Gran Bretaña instauró en Sudan un régimen de gobierno llamado “Condominio Anglo-Egipcio” que, en la práctica, aunque era presentado como una administración conjunta entre Gran Bretaña y Egipto, el control real lo ejercían los británicos. Sus objetivos centrales eran: la estabilidad del valle del Nilo, el control estratégico del acceso al mar Rojo y al canal de Suez y el dominio de África nororiental.
Durante este período Sudan profundizó sus divisiones internas debido a las políticas impuestas por el gobierno de los extranjeros. En el norte instauraron una administración basada en el idioma árabe, fomentaron la cultura islámica y el desarrollo de una élite administrativa local, mientras que la región del sur fue aislada y desprotegida. En el Sur se desmotivo el uso del árabe y se restringió la presencia de funcionarios o comerciantes del norte. Se impulso el desarrollo de instituciones locales y el uso de lenguas indígenas, con la esperanza de integrar el Sur al África Oriental Británica.
Pero el final de la segunda Guerra mundial y la descolonización británica, implicaron el reacomodamiento de muchos territorios en el mundo, y a los pueblos egipcio y sudanés les tocó acostumbrarse a gobernarse con autonomía. El general Gamal Abdel Nasser toma el poder de Egipto en 1952 y en 1956 nacionaliza el Canal de Suez y mientras tanto en Sudan se constituye un gobierno civil.
Posteriormente, en 1978, ocurre el primer acontecimiento de importancia económica vital para Sudan; el descubrimiento de un gran yacimiento de petróleo ubicado en gran parte en el sur del país, lo cual implicó un cambio notable en la economía de los sudaneses, pero también acentuó las divisiones internas, hasta el punto de generar un movimiento independentista de la región del sur, que finalmente logró hacer triunfar, en 2011, un referendo secesionista que se concretó en la declaración de independencia de “Sudan del Sur”, un nuevo país petrolero en el planeta. Esta independencia no ha estado tampoco exenta de violencia, ya que la definición de fronteras ha generado conflictos entre el norte y el nuevo país. Existe un territorio llamado “Abyei” de unos 10.000 kilómetros cuadrados de extensión y habitado por casi 250.000 personas, al cual no se le ha definido claramente su soberanía y por tanto es zona de conflicto por el uso y explotación de sus recursos.
Por otra parte, en el norte, la gran disminución de los ingresos petroleros producida por el proceso de autodeterminación de Sudan del Sur, implicó darle un mayor impulso a la explotación y exportación de oro, que ya desde 1992 venía siendo un renglón importante de divisas, con el arranque operativo de la mina Hassai (Ariab), de gran potencial en oro, plata y cobre, gracias parcialmente al apoyo económico y técnico de Canadá.
La producción de oro en Sudan del norte aumentó significativamente y con el mercado árabe asegurado y la demanda mundial en aumento, los réditos de la explotación formal e informal se dispararon a niveles solo comparables al grado de codicia de los dos generales ya enunciados en este escrito.
Hoy en día la codicia de las facciones en conflicto en el norte de Sudan buscan a toda costa apoderarse de las minas y regiones auríferas del país, por encima de cualquier consideración humanitaria, sin respeto por la vida y avanzando a sangre y fuego sobre los habitantes de poblaciones enteras.
La ONU ha intervenido enviando misiones de paz a la región, pero la violencia sigue escalando sin control. Y es que, en general, uno se pregunta ¿Para qué ha servido la ONU?, son más de 90.000 empleados, contando las agencias especializadas, preparando saludos a la bandera que solo llegan a los oídos sordos de la clase dirigente mundial. Los conflictos, las guerras abiertas, las matanzas indiscriminadas no tienen control y mientras la OTAN se rearma con el dinero pagado por los contribuyentes y busca enemigos fantasmales, los verdaderos genocidas campean en muchos rincones del mundo y se aprovechan de la debilidad de los pueblos que no tienen forma de responder. De manera que, desde tiempos inmemoriales, la codicia por el oro, continua generando guerras atroces y miles de muertes de la humanidad.
¡Algo anda mal en este planeta!.
*Economista, especialista en Economía Internacional.
