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Hacia un nuevo paradigma de la mente.

  • Gonzalo Echeverri
  • 25 nov 2024
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 1 dic 2024

Es   una obra tan famosa como importante. Nos referimos a la Estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn. En ella el autor propone el concepto de paradigma como el conjunto de supuestos, modelos y concepciones que son la base de una teoría científica y de su explicación de los fenómenos de la naturaleza.  Tales paradigmas establecidos conforman la ciencia “normal”, pues alcanzan un amplio consenso en la comunidad científica que los acepta como válidos. Pero con el paso del tiempo los paradigmas científicos deben enfrentarse a hechos nuevos o anómalos que no pueden explicarse satisfactoriamente. Así surgen entonces nuevos paradigmas que reemplazan a los anteriores dando origen a concepciones verdaderamente revolucionarias que generalmente encuentran la oposición de los científicos tradicionales que las rechazan abiertamente, o que simplemente ignoran los hechos nuevos o anómalos y sus explicaciones. Recordemos solamente el caso de Lord Kelvin uno de los científicos más destacados de su época que negó la radioactividad a la que consideraba como un “fraude”. Por ello Max Planck dijo que una nueva teoría no triunfa nunca, sino que aquellos que sostienen las viejas, acaban por morir.


Desde tiempos inmemoriales, en todas las culturas, en todos los pueblos,   y en la mayoría de las tradiciones en todas las latitudes, se ha creído que el ser humano, además de su cuerpo físico, tiene un componente inmaterial, que sobrevive a la muerte y  que es llamado de muchas maneras: atman en el hinduismo ka entre los egipcios, psiqué en Grecia  y que es generalmente conocido como “ alma”, el cual se identifica indistintamente con un cuerpo  sutil, con el pensamiento, con la mente  o  con la consciencia y que da origen al yo y a nuestra experiencia  de identidad.


Esta concepción dualista del ser humano fue sostenida vigorosamente por Descartes para quien lo que existe o es lo extenso (res extensa), el mundo material o es sustancia pensante (res cogitans), la cual conlleva a una experiencia de la cual no podemos dudar, conclusión a la que llegó después de profundas reflexiones siendo este un hallazgo que tanto lo emocionó que prometió ir en acción de gracias al santuario de la Virgen en Loreto en Italia, como lo efectivamente hizo luego. En su Discurso del Método de 1637 escribió “Comprendí que yo era una sustancia, cuya naturaleza o esencia era a su vez pensamiento, sustancia que no necesita de ningún lugar para ser, ni tampoco dependía de ninguna cosa material, de suerte que ese yo o lo que es lo mismo el alma, por la cual soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y más fácil de conocer que el”.  Pero a pesar de ser esta idea clara y distinta, no pudo el filósofo francés explicar cómo sustancias tan diferentes pueden interactuar y relacionarse. Podemos además preguntarnos: ¿Por qué lo que piensa y existe debe ser algo subsistente y estable, una cosa o sustancia existente por sí misma y no más bien una serie de impresiones momentáneas que se suceden en un flujo permanente? Esta fue justamente, la tesis del David Hume para quien “nunca puedo captar un “yo “mismo sin encontrar siempre una percepción y nunca puedo observar nada más que la percepción.”


El paradigma científico

A partir del siglo XVIII y durante las épocas posteriores, el paradigma dualista fue reemplazado por el materialismo radical para el cual lo que llamamos “mente” no es más que un “epifenómeno” o producto emergente del cerebro físico el cual produce pensamiento en forma análoga a la secreción de insulina por el páncreas, o de la bilis por el hígado. Por tanto, no existe en el ser humano ninguna realidad inmaterial. Por ello el gran fisiólogo Pávlov prohibió mencionar en su presencia la palabra “alma”. Y con distintos matices, es esta la concepción dominante de la ciencia oficial hasta el día de hoy. Por ello dice el Nobel Francis Crick codescubridor del ADN:” Tus alegrías y tus tristezas, tus recuerdos y tus ambiciones, tu sentido de la identidad personal y del libre albedrio, no son en realidad, sino el comportamiento de un vasto entramado de células nerviosas y sus moléculas asociadas “.


Los hechos anómalos

Pero si se tiene una visión integral de todos los hechos conocidos y bien documentadas que son extraños y anómalos, el paradigma materialista de la mente se encuentra con dificultades mayúsculas. Es el caso por ejemplo de las experiencias cercanas a la muerte (ECM) en muchos de cuyos casos el paciente, después de permanecer inconsciente y al recuperar su normalidad, describe situaciones y hechos del entorno ocurridos durante su estado de inconsciencia. Así aparece en múltiples investigaciones  como las publicadas en  la prestigiosa  revista médica  The Lancet, por el  cardiólogo holandés Pim van Lommel, quien investigó  a decenas de pacientes que habían sufrido un paro cardíaco con  muerte  clínica  y con línea plana del electroencefalograma (EEG), los cuales, al recuperarse inexplicablemente, relataron diversas experiencias  .Estos hechos le permitieron al investigador holandés afirmar : ”Al hacer  un asunto científico de la conciencia como no local, y por ende un fenómeno ubicuo, tenemos que cuestionar el paradigma puramente materialista de la conciencia”.


Muy publicitado fue el caso del neurocirujano de Harvard Eben Alexander, quien permaneció en coma por siete días seguidos al sufrir muy graves lesiones cerebrales debidas a una meningitis difusa, severo trastorno que anula la actividad del neocórtex cerebral. Al recuperarse en forma inexplicable, Alexander relató su experiencia caracterizada por variados estados de conciencia, en los cuales, bajo la guía de protectores espirituales, tuvo acceso a un “conocimiento superior de otra realidad trascendental en el que el amor ocupaba en punto central. Mi conciencia se había expandido tanto que parecía abarcar todo el universo” relató.


Hay otros hechos bien demostrados que sugieren que solo podremos comprender mejor nuestra naturaleza si aceptamos sus dimensiones suprafísicas. La mente o lo psíquico, aunque estrechamente ligada a su soporte físico, el cerebro material, puede, en determinadas circunstancias actuar con independencia de él. Así lo sugiere el caso expuesto por el neurólogo británico John Lorber, publicado en la revista Science en 1980 quien después de estudiar ciertos casos de hidrocefalia llegó a la conclusión de que, aunque falte la mayor parte de la corteza cerebral se puede llevar una vida completamente normal. Por ello tituló su artículo científico con esta frase provocadora: ¿De verdad es necesario tu cerebro?


Hay muchos otros hechos que permiten sustentar la hipótesis según la cual la naturaleza de la mente es sustancialmente diferente del cerebro, aunque para funcionar en el plano físico depende del mismo. Es el caso, también, de los desdoblamientos o experiencias extracorporales (EEC) que permiten separar temporalmente la conciencia del cuerpo, según el testimonio de muchas personas y según una difunda creencia de todas las épocas y lugares.


El nuevo paradigma

Hechos como los referidos no encuentran una explicación satisfactoria de acuerdo con el paradigma materialista dominante, aunque pueden plantease algunas explicaciones no muy convincentes de acuerdo con los supuestos básicos de dicho paradigma. Porque si hay muerte clínica no hay forma de explicar no sólo las recuperaciones de los pacientes, sino sus experiencias conscientes. De hecho, antes de divulgarse estos eventos anómalos, destacados científicos como el Nobel Sir Charles Sherrington, su discípulo Wilder Penfield, y el Nobel Sir John Eccles, como también el destacado e influyente pensador Carl Popper, aceptaron la naturaleza no física de la mente.


Mención especial debe hacerse de las ideas expuestas por Eccles, denominadas genéricamente como “dualismo interaccionista” Este gran científico es recordado como uno de los neurofisiólogos más prominentes del siglo XX y es considerado como uno de los fundadores de la electrofisiología moderna. En su obra cumbre Cómo el yo controla su cerebro, plantea fuertes críticas a la concepción materialista. Estas son sus palabras:” El materialismo promisorio es simplemente una superstición mantenida por materialistas dogmáticos…Observo que esta teoría no tiene fundamento Cuanto más descubrimos científicamente acerca del cerebro, más claramente distinguimos entre los eventos cerebrales y los fenómenos mentales……El misterio humano está increíblemente degradado por el reduccionismo científico…. que considera todo lo del mundo espiritual en términos de patrones de actividad neuronal…”


Por su parte ,el doctor Carlos L. Delgado MD, plantea otra hipótesis atrevida en su muy erudita y documentada obra El  Cerebro Invisible basada en una extensa investigación bibliográfica y teniendo en cuenta los más recientes formulaciones  de la informática, la ciencia de la computación, la cosmología y la física de partículas; sugiere que el cerebro físico no es el único procesador de información que utilizamos: ”Compuesto  de partículas fundamentales diferentes hay otro cerebro no visible a nuestras percepciones ordinarias ,el cual interactúa con nuestro cerebro físico a través de campos sutiles bien estructurados que permanecen activos después de la desaparición del cerebro físico, no sin antes  haber copiado  toda su información como una versión informática en una memoria USB.” En realidad, somos básicamente información y conciencia, siendo ambos conceptos elusivos y misteriosos, pero fundamentales. Es plausible sostener, por tanto, que ni la información ni la conciencia deben confundirse con la estructura física material que las soporta y las procesa.  Las señales que recibe una televisión no deben confundirse con el aparato físico, pero tales señales se alteran si el aparato se estropea. ¿Que soy yo? se pregunta Delgado y responde:” Yo soy mi información, yo soy mis programas, yo soy la conciencia individualizada a través de mi sistema nervioso”.


El nuevo paradigma de la mente requiere de un enfoque interdisciplinario que integre los conocimientos de la neurociencia, la informática, la psicología, la física y la filosofía, ya que la complejidad del problema exige un abordaje igualmente complejo como ocurre con la física que exige un nuevo modelo distinto del newtoniano para explicar el mundo subatómico. El notable físico Hans Peter Dür lo pone de presente en los siguientes términos:” los biólogos y estudiosos del cerebro siguen atados a las ideas de la vieja física; lo que constituye en cierto modo nuestro “software”, no está incluido en nuestro cuerpo, sino hasta cierto punto, en todas partes, en otros espacios, y todos nos encontramos conectados a él”.

Por supuesto, y como lo dijo Planck, los científicos ortodoxos se rasgarán las vestiduras ante herejías semejantes. Pero la extrañeza de los nuevos paradigmas -cuando la concepción dualista se creía totalmente superada y se la consideraba como una especulación del todo infundada-, no es un argumento válido para descalificarlos. Hoy sabemos que los insólito está en el corazón de la ciencia como lo demuestra toda la mecánica cuántica que ha podido avanzar gracias a trascender el simple sentido común y la lógica fundamental. Como lo ha dicho M. Kaku “Las revoluciones científicas, casi por definición, desafían el sentido común”, como es el caso de postular actividad consciente con el cerebro inutilizado.


Y es justamente un físico cuántico visionario, el gran Wolfgang Pauli, quien con la mentalidad paradójica de su especialidad emite este concepto: “mi opinión personal es que, en la ciencia de la realidad en el futuro, no habrá “psíquico” ni “físico”, sino de alguna manera ambos y de alguna manera ninguno”.


*Abogado, exmagistrado Consejo Nacional, Electoral

1 comentario


Invitado
06 dic 2024

Excelente retículo de Gonzalo Echeverri:"Los nuevos paradigmas de la mente". Parece escrito por un filosofo de la ciencia. Digo, parece,solo porque firma abogado. Felicitaciones maestro Alvaro,sus ediciones son

magníficos trabajos intelectuales. Abrazos

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