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El bhagavad gita y la acción desinteresada

  • Gonzalo Echeverri Uruburu
  • 24 ago
  • 11 Min. de lectura

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El Bhagavad Gita (Canto del Señor) es una de las escrituras religiosas más importantes de la humanidad. Procedente de la India, la obra ha despertado gran admiración en pensadores como Goethe, Herder, Schlegel, Fichte, Schopenhauer, Emerson y el físico Robert Oppenheimer, quien dijo de ella que” es la canción filosófica más hermosa que existe en cualquier lengua conocida”.


El Bhagavad Gita es un episodio de la grandiosa epopeya hindú conocida como el Mahabarata que contiene las principales doctrinas del hinduismo reuniendo sus enseñanzas en armónica síntesis como obra de compromiso entre diversos puntos doctrinales. Su autoría o compilación se atribuye a Vyasa de quien se desconocen mayores detalles. Algunos lo sitúan entre los siglos V y II AC.


La obra narra los episodios de la batalla de Kurutsetra entre dos bandos de ascendencia común: los kurus y los pandavas quienes, a pesar de ser parientes cercanos, se disputan el dominio de la ciudad de Hastinapura; en la lucha interviene Arjuna, uno de los príncipes pandavas quien es acompañado en su carro de combate por Krishna, la humana encarnación o avatar del Supremo Espíritu, y quien le imparte sus enseñanzas metafísicas en una serie de profundos discursos.


Antes de comenzar la batalla, Arjuna contempla en el bando contrario a sus parientes y amigos y ello lo hace desfallecer ante la idea de derramar su sangre en esta lucha fratricida. Ante esta actitud del príncipe pandava, Krishna lo exhorta a luchar, explicando el sentido de la acción correcta y del cumplimiento del deber, aunque provoque destrucción y sufrimiento.

La concepción hinduista.


Este texto fundamental de la literatura religiosa y filosófica de la India, debe examinarse dentro de la concepción del mundo y de la vida, característica de su tradición. Al plantearse el gran problema – el más importante en realidad- del sentido del mundo y de la vida hay que poner de presente que predomina su negación pues la existencia se considera ilusoria (maya), efímera y penosa de acuerdo con el principio “Todo es sufrimiento” (Sarvam Duhkhan); situación que se prolonga en forma casi interminable pues se renace en ese mundo material una y otra vez según la doctrina de la reencarnación llamada “la rueda del samsara”. Es lo cierto que a pesar de los intentos de suavizar o “maquillar” esta dura doctrina, la misma es esencialmente pesimista como lo atestigua Schopenhauer quien vio en ella la confirmación de su radical pesimismo filosófico; no obstante, y gracias a la renuncia a los frutos de la acción y a la devoción al Supremo Espíritu se puede alcanzar la liberación definitiva. “El sabio no necesita entonces renacer en este mundo de dolor y limitación, porque trasciende los planos inferiores y pasa al de la suprema felicidad (VIII-15).


Es entonces válido preguntarse ¿Cuál es el sentido de actuar en el mundo si este por esencia carece de sentido? Albert Schweitzer explica que el Gita “profesa sin reserva la fe brahmánica en relación con el mundo. El mundo dice Krishna no tiene sentido. No es más que una “comedia que Dios representa consigo mismo quien con su poder mágico (maya) hace girar en su escenario como marionetas a todas las criaturas vivientes”. En vista de ello ¿no parece lo más lógico retirarse de toda actividad mundana como hacen los brahmanes al llegar a la mitad de su existencia, para llevar una vida ascética de total austeridad dedicada a la meditación y a técnicas de autoinmensión para alcanzar el estado de éxtasis místico (samadhi) y la unión con lo Absoluto y así escapar de los renacimientos interminables? Es lo mismo que, -también negando el mundo y la vida-inspiró a los ermitaños o anacoretas de los primeros siglos del cristianismo y lo que motiva a ciertas órdenes religiosas dentro del catolicismo, aunque sin sostener la doctrina de los renacimientos.


La renuncia interior


A pesar de todo, con sentido realista la obra reconoce que actuar es inevitable, pues hasta el Supremo Ser debe actuar para mantener su obra creadora “Sí yo dejase de actuar – se pregunta Krishna ¿-no se desintegrarían los mundos?” (III-25); pero al actuar el sabio debe mantener su libertad interior actuando con desapego, libre de atracción o repulsión, con renuncia a los frutos de la acción. De esta manera podemos liberarnos del karma que genera la acción evitando nuevas y penosas reencarnaciones. Por ello se ha dicho que el B.G. es el “evangelio de la acción desinteresada”. Lógicamente, podría decirse, sin embargo, que se actúa con el interés supremo de escapar de la rueda de innumerables renacimientos en el mundo material, en el cual “los placeres de los sentidos, y las satisfacciones provocadas por los objetos externos, constituyen la matriz de futuros dolores” (IV-22).


Obrando con este desapego se alcanza una imperturbable serenidad interior pues como dice el Gita: “Quien no se inmuta por nada, aunque le acaezca un mal o un bien, quien no odia ni se entristece, ese está sólidamente en posesión de la sabiduría” (II-55).“Recibe imparcialmente lo que te sobrevenga, sea placer u dolor, ganancia o pérdida, victoria o derrota”(II-38 )Es lo que la tradición llama un jivanmukt , un hombre que ha trascendido el plano material para elevarse por encima del mundo fenoménico, penetrando de esta forma en una dimensión impersonal o cósmica en donde reside la paz y la felicidad supremas .

La inmortalidad del alma


El Gita presenta con claridad inigualable la doctrina de la inmortalidad del alma. “Recuerda ¡oh príncipe ¡, esta verdad: el hombre real no nace ni muere, siempre ha sido y seguirá siendo eternamente” (II-20). “El cuerpo puede morir y ser muerto, más el espíritu que mora en el cuerpo no puede morir. Así pues, sabiendo que el alma es indestructible, sin nacimiento, eterna e inmutable ¿cómo puede matar, matarse o ser muerto ‘? (II-21)” Ningún arma puede herirla, ni el fuego quemarla, ni el agua mojarla, ni el viento secarla, porque es invulnerable, incombustible, impermeable, eterna e inmutable. En una palabra: es real” (II-23), “Su esencia es inmutable, no puede ser conocida. Por lo tanto ¿a qué afligirse?: El verdadero hombre, el morador del cuerpo es invulnerable…” (II-24)


Cada ser es responsable de su destino y esto se afirma vigorosamente con la doctrina del renacimiento o reencarnación que el Bhagavad Gita expresa en estos términos: “A la manera como el hombre abandona sus ropas viejas, para vestir las nuevas, abandona el alma el cuerpo viejo para encarnar en uno nuevo”. (II-23). Jean Varenne explica sobre este punto que el ser humano “cada vez que muere, el renacimiento que ineluctablemente seguirá se halla determinado por el equilibrio de los actos que realizó durante su vida ¿se inclina la balanza hacia el bien? Entonces se encarna en un nivel superior ¿se inclina hacia el mal? Desciende a ocupar una posición inferior”. Los sucesivos renacimientos no dependen del azar o de la gracia de una divinidad caprichosa, sino del karma que es la ley inexorable de acción y reacción, según la cual cada uno cosecha exactamente lo que ha sembrado.


El hombre queda ligado a la intención que despliega con su acción: “los hombres se ligan a las acciones que ejecutan con apetencia de ganancia o recompensa” (III- 9). Apegados al deseo, han de trabajar como esclavos hasta lograr la emancipación; y esta emancipación o liberación de la que se habla como fin supremo es, como viene de decirse, la de no reencarnar en un mundo siempre penoso de acuerdo con la valoración negativa del mundo y de la vida que caracteriza la mentalidad hinduista.


Solo después de muchas vidas puede el hombre alcanzar la perfección y unirse al Absoluto-Por ello enseña el BG: que quienes no han logrado esta meta sublime “van al lugar de los justos que todavía no alcanzaron la liberación, donde moran dichosos durante muchísimo tiempo hasta que renacen en condiciones apropiadas para continuar en el sendero de perfeccionamiento. Y allí, en la nueva vida recobra las características que conquistó en la anterior y reanuda las lecciones de la experiencia en el mismo punto en que las abandonó…”. Lo que una vez se adquiere – precisa el texto “-no se pierde con la muerte, pues la esencia de lo adquirido y conquistado se infunde en la nueva personalidad del yo” (VI 43-44).


La Realidad Suprema

Siguiendo la tradición, el texto enseña que la única realidad es el Absoluto (Brahmán). Para el sabio es ilusión lo que a la generalidad de las gentes parece realidad y lo que a estos parece ilusorio es para el sabio la única Realidad. Y este principio divino se halla en el corazón de todo lo que existe, incluida el alma humana (Atman), siendo la identidad entre ambas una doctrina esencial del hinduismo que pregona la unidad de la vida en todos los seres. “Dominando sus sentidos, y trascendiendo la personalidad el sabio reconoce que su verdadero yo es esencialmente uno con el yo de todos los seres y descubre el Ser en todos los seres y todos los seres en el Ser” (VI-30): ve que el Todo es Uno y el Uno es Todo porque “existe una sola esencia en todos los seres y cosas…” (VI-32).


El Gita contiene la grandiosa cosmología hinduista según la cual el universo se expande y se disuelve en períodos alternados llamados los días y las noches de Brahma: “En incesante vaivén nacen y mueren los mundos…Al día de Brahma sucede la noche de Brahma. Al despuntar el día de Brahma todas las cosas surgen de la inmanifestación a la manifestación (manvantara). Y al llegar la noche de -Brahma, todas las cosas retornan de la manifestación a la inmanifestación (pralaya)” (VIII-16-20). Sobre esta concepción Carl Sagan dice que la religión hindú es la única en la que las escalas temporales, corresponden, “sin duda por casualidad”, a las de la cosmología científica moderna. Sus ciclos van desde nuestros días y noches corrientes hasta un día y una noche de Brahma, que dura 8.640 millones de años….


El Yoga del Gita

Para muchos occidentales el yoga no es más que una gimnasia suave combinada con la respiración, siendo una disciplina muy beneficiosa para la salud ya que con ella se alcanza relajación y flexibilidad en las articulaciones. Pero el yoga es mucho más porque es una disciplina no solo corporal sino también mental y espiritual, y conlleva además una profunda concepción del mundo que abarca toda la realidad del ser humano.


Yoga significa “unión” y corresponde a la doctrina esencial del hinduismo que es, se repite, la identidad entre el Ser Supremo (Brahman) y el alma del hombre (Atman). Pero hay que distinguir esta enseñanza de la del cristianismo según la cual las almas son creadas por Dios porque el hinduismo profesa que el Alma es Dios mismo, el Absoluto, y por ello en rigurosa lógica, no debería existir sino una sola Alma, idénticamente presente en todos los seres. Pero otra corriente tradicional de pensamiento (la Samkhya) enseña que las almas individuales son múltiples, como lo son también los cuerpos; Jean Varenne dice sobre este punto esencial de la doctrina: “Es a la vez verdadero y falso decir que las almas son plurales o que al Atman es singular, ¡todo depende del punto de vista que se adopte…” “! Oh Arjuna!, Yo soy el Espíritu residente en la conciencia de todos los seres a cuyo reflejo llaman su Yo o su Ego” (X-20), precisa el texto. Pero la doctrina del B.G. no es propiamente panteísta pues como se advierte en IX-23 “Yo soy el sostén de todas las cosas, pero Yo no soy todas las cosas”.


El Bhagavad Gita. proclama en múltiples versos que sólo por devoción (bhakty) al Supremo Ser se alcanza la liberación de la rueda de renacimientos “Quien por Mi obra; aquel para quien soy el Bien Supremo, el que a Mi se entrega, pero sin odiar a nadie, verdaderamente llega Mí, ¡oh ¡Arjuna” (XI-55).


La obra se plantea un problema esencial: cuál es la concepción de la divinidad: si se la concibe como manifestada y personal o como Absoluto. Y resuelve esta cuestión indicando que por ambas vías se llega a lo divino, pero que esta segunda vía es más ardua “El sendero de los que me adoran como el Absoluto inmanifestado es mucho más áspero que el de los que me adoran como Dios manifestado, porque es difícil para la finita mente del hombre concebir el Absoluto” (XII-5). Como señala Alan W. Watts “si no personalizamos el infinito, corremos el peligro de concebirlo de una manera infrahumana como una fuerza impersonal semejante a la electricidad, y hasta como la nada”. Debe aclararse, por otra parte, que eruditos muy ortodoxos como AC Bhaktivedanta Swami Prabhupada, no apoyan la doctrina según la cual, el alma al unirse con el Ser Supremo (Brahma), pierde su individualidad. Cita al efecto el verso II-12 según el cual: “Sabe, oh hijo de Pandu, que ni Yo, ni tú, ni ninguno de estos príncipes terrenales hemos dejado de ser ni cesaremos de ser en lo futuro”.

Tolerancia religiosa.


El Gita enseña una tolerancia religiosa verdaderamente digna de elogio y admiración si se tiene en cuenta la actitud de otras religiones con relación a los no creyentes a quienes-como proclama toda la historia --se les persigue y condena, “Todos los senderos son míos por muy diversos que sean sus nombres Aun los que marchan por el sendero de las divinidades inferiores y de los imaginarios dioses, y de ellos impetran el feliz resultado de sus acciones, encuentran su recompensa, porque cosechan el fruto de su acción….”(IV -12) “Soy el mismo para todos los seres, a nadie prefiero ni aborrezco”(IX-29)

Por ello en palabras del historiador de las religiones Raymond de Becker “De hecho, el hinduismo, por su carencia de dogmatismo, ha sido siempre la religión más abierta a las nuevas ideas, y es muy posible que el pensamiento filosófico hindú sea, de hecho, el mejor adaptado al mundo del futuro”.


El problema de la ética

El hombre debe actuar siempre por el deber mismo y sin apego a los resultados de su actividad: “Permanece a igual distancia de los extremos ¡oh príncipe!, y cumple con tu deber sin otra razón que el deber mismo y sin reparar en si serán para ti buenas o malas las consecuencias del cumplimiento. Mantén la misma serenidad en el éxito como en el fracaso”. (II-49) Aquí encontramos un antecedente notable de la ética kantiana con su doctrina del imperativo categórico.


Todo trabajo debe hacerse con amorosa entrega a Dios, teniendo en cuenta que es Dios quien lo hace todo. El hombre debe librarse de la ilusión de que su ego es el actor real, Y si la obra se lleva a cabo con la más pura devoción a Dios, estará libre de toda culpabilidad incluso si es destructiva y hace daño a otro ser; por ello Krishna aconseja a Arjuna que tome las armas contra sus parientes. “Uno no debe librarse a sí mismo de una obligación derivada del nacimiento, incluso si entraña mal. Porque toda empresa está rodeada del mal como el fuego está rodeado de humo” (XVIII-48). Es el propio Dios quien mata, pero no debe perderse de vista que el verdadero hombre no muere… “Todos los guerreros dispuestos para la batalla ya están de antemano muertos por mí, - dice Krishna-; se tu meramente el instrumento” (XI,32-33). El verdadero ser no ejecuta acciones buenas ni malas. Consecuente con todo ello un gran maestro espiritual Sri Aurobindo en sus ensayos sobre el Gita escribió que “la guerra y la destrucción son un principio universal…”. Estas ideas influyeron fuertemente en los problemas éticos que se planteó Oppenheimer ante su responsabilidad en la fabricación de la bomba atómica y su despiadado uso por el Gobierno norteamericano. “Ahora me he convertido en la muerte, la destrucción de los mundos” (XI-32) dice sin rodeos Krishna, la Suprema encarnación de la Divinidad.


A. Schweitzer se planea este problema en relación con la ética del Gita. Pues en él se hallan mezclados lo ético y lo no ético, de tal manera que surgen serios interrogantes: ¿de qué modo puede el hombre ponerse al servicio de una fuerza creadora que es para él un enigma?... ¿Cómo puede armonizar el papel de ser instrumento de la necesidad incomprensible y supraética y al propio tiempo tener una personalidad regida por la ética?... ¿Como saber en cada circunstancia cual es el deber?

Por su parte Jung pone en guardia contra la indiferencia moral a que conducen ciertas doctrinas del yoga y de otras escrituras; advierte que “Es imposible identificarse con lo que es causa del Bien y del Mal sin situarse más allá del Bien y del Mal…”

En síntesis, es preciso considerar que el Bhagavad Gita, contine frases sublimes y profundas sobre lo Divino, sobre el alma humana, sobre el misterio de la vida y el destino del hombre y sus enseñanzas son de una claridad sorprendente. Por ello sus doctrinas – más allá de su trasfondo cultural - tienen permanencia y por todo ello y a pesar de su fatalismo y de los enigmas éticos que presenta, es una obra de incalculable valor.


Abogado. Exmagistrado del Concejo Nacional Electoral.

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