Nadie podrá estar en desacuerdo con respecto a considerar que el año que comienza será un tiempo cargado de grandes desafíos e incertidumbres-
En el campo internacional, el ascenso de un personaje, caprichoso e impredecible
como Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, incluso antes de su investidura, ya generaba enormes inquietudes. Sus anuncios, por ejemplo, de gravar con aranceles del 10 al 25% los productos de exportación de los países tradicionalmente amigos y aliados de la nación americana y del 100% para sus enemigos económicos como China, conducirá a un enorme desorden en el comercio mundial, pues la respuesta correspondiente de los países afectados no se hará esperar.
De cumplirse estos anuncios, ello significará el definitivo final del optimismo que despertó la globalización de los años 90, inspirada en la idea de Adam Smith según la cual los intercambios comerciales mutuamente beneficiosos entre los Estados conducirían a una paz estable entre ellos, el ideal de la “Paz Perpetua” internacional de Emmanuel Kant.
Pero, los anuncios hechos por Trump en su discurso de posesión y sus decisiones ejecutivas posteriores son todavía más preocupantes, particularmente para algunos países de América Latina, como el expresado propósito de recuperar el canal de Panamá, por medios no diplomáticos según lo afirmara en entrevista periodística anterior. La orden ejecutiva de declarar como “grupos terroristas" a los carteles de la droga abre la posibilidad de intervenciones militares de la potencia del norte en países afectados por el narcotráfico como México y Colombia.
Se trata por tanto, de un reciclaje de la política de Teodoro Roosevelt del “Gran garrote”: “Habla suavemente y lleva un gran garrote; llegarás lejos”. Solo que ahora el lenguaje agresivo y energúmeno de Trump sustituirá el hablar suave recomendado por el vaquero cazador, el viejo Roosevelt,
Le espera por tanto, al mundo y en particular a nuestros países “Tiempos Recios”, título de la novela de Mario Vargas Llosa que trata precisamente de la infame intervención militar estadounidense en Guatemala en 1954 para derrocar a su presidente, Jacobo Árbenz, democráticamente elegido. A partir de esa fecha, se sucedieron durante 30 años una serie de gobiernos caracterizados por sus políticas de violación sistemática de los Derechos Humanos. Sobra decir, que todos respaldados por el gobierno norteamericano.
En lo interno, la campaña por la Presidencia de la República se ha anticipado a pesar de que el gobierno actual todavía le queda un poco menos de dos años, varios candidatos, sobre todo de lo que se considera la derecha política, ya se han lanzado al ruedo. Sin embargo, hasta ahora sus discursos no han superado las críticas acervas a las ejecutorias de la administración Petro, pero sin ofrecer un programa alternativo.
Los desafíos del país son muchos y enormes. Por eso demanda de la clase política programas de gobierno que busquen la superación de problemas estructurales como la enorme desigualdad social (el cuarto país del mundo más inequitativo); llevar la acción del Estado a medio país olvidado durante años y el inicio de un proceso serio y creíble que ponga fin a una violencia que parece endémica y sin solución posible.
Se trataría de un Proyecto de Nación unificador, capaz de superar la polarización improductiva y paralizante de cualquier esfuerzo de Progreso.
Con respecto al próximo inquilino de la Casa de Nariño, vale la pena preguntarse si quién resulte elegido para ocuparla podrá derrotar la “Ley Caballero” .
Hace algunos años, Antonio Caballero en uno de sus brillantes escritos periodísticos, formuló dicha ley, según la cual el país estaba condenado inexorablemente a elegir cada 4 años un presidente que resultaba siempre peor gobernante que su antecesor.
Aquí el reto será, por tanto, además de un Programa de Nación, el liderazgo que lo encarne y tenga la capacidad de ejecutarlo.
El Editor.
De acuerdo, se avecinan tiempos mas difíciles para el país, necesitamos cambios estructurales, ojalá quien llegue a la casa de Nariño, tenga el conocimiento, la altura y la oportunidad de generar un cambio en el modelo de gobierno, que realmente sea eficiente sino en todos, por lo menos en los niveles de justicia social.
Gracias.
Buena apteciacion del estado actual de cosas, esperar a ver que ofrecen los candidatos y si existen buenas opciones con programas y no simplemente oposicion
De acuerdo, ahora más que nunca, el país necesita dejar de equivocarse. Nuestros dirigentes deben estar a la altura de los retos internos y externos y dejar a un lado la politiquería y la codicia personal.
Ilustrativa Editorial, que plantea la seriedad con que el país y el gobierno debe afrontar las medidas Trump y el reto en la escogencia de un buen timonel para nuestro país. Gracias