Simon Sinek, coach y conferencista reconocido en EE.UU. por abordar el liderazgo, señaló en una charla[1] que éste es uno de los temas peor comprendidos en materia de negocios. Sinek alegó allí que el liderazgo no tiene nada que ver con un rango o posición, sino con la valentía. Cuando consulté el video, esperaba encontrar algo como los “diez consejos para convertirse en o reconocer a un gran líder”. Incluso pensé en el carisma de las grandes figuras públicas, su capacidad para seducir con palabras, su interpretación de los problemas globales o sus habilidades gerenciales. Pero ¿la valentía?[2]. Decidí acudir a otra fuente, Brené Brown, otra figura reconocida en el coaching empresarial a propósito del liderazgo, y su frase apunta a lo mismo: “necesitamos líderes más valientes y culturas con más coraje” (Brown 2018, 16). ¿Por qué resulta tan llamativa la valentía para el liderazgo? ¿Y por qué el coaching empresarial volteó a mirar a algunos valores éticos?
En el siglo XXI estamos más acostumbrados a reconocer en ciertas figuras charlatanas y caricaturescas esa capacidad de liderazgo, pero poco o nada nos preguntamos cómo diablos llegaron a la tarima. Parece valer más la imagen masiva de followers -presenciales o virtuales- para justificar la etiqueta, la imagen básica del Follow The Leader, como el nombre del famoso álbum de la banda de Nu metal, Korn. Además, hay un afán cultural por cultivar líderes y lideresas por doquier, sin que sepamos muy bien si se debe a que el liderazgo acabó siendo una virtud clave del mundo contemporáneo o si el liderazgo actual es estéril e impotente y se vende desesperado como otra muestra de negocio lucrativo; o quizás ambas. En todo caso, resulta imposible dejar de preguntarse y sospechar si la promoción del liderazgo a nivel mundial, a través del renombrado coaching, produce algo y es útil, o si es inocuo.
Lo que sí es un hecho es el interés por capacitar a los trabajadores en esa competencia. De acuerdo con el Future of Jobs Report 2023 del World Economic Forum, el 40 % de las compañías encuestadas está dispuesta a invertir en el entrenamiento en liderazgo e influencia social antes del año 2027, por lo que es incluida en el top 10 de las habilidades fundamentales en el mercado laboral. E incluso aseguran que el interés sobre éstas es creciente en términos de rentrenamiento y mejoramiento de trabajadores (World Economic Forum 2023). En Colombia, por ejemplo, la Universidad de Los Andes puso en marcha hace más de 10 años el programa Líderes X Bogotá que terminó por consolidarse en su Escuela de Liderazgo. De hecho, el liderazgo es contemplado dentro del conjunto de habilidades blandas (soft skills) o competencias transversales que demandan los programas de entrenamiento en la educación para el trabajo y el desarrollo humano. Ese tipo de habilidades también son llamadas actitudes e incluso habilidades socioemocionales. Pero en Filosofía, y muy especialmente en su rama de la Ética y la Filosofía Moral, su nombre es más simple: se le llaman virtudes. Todo esto me deja insistir en una pregunta: ¿por qué el coaching empresarial y el mercado laboral voltearon a mirar a las virtudes y los valores éticos?
En la búsqueda de esa respuesta, volvamos entonces a la sugerencia de que el liderazgo, considerado como una virtud, tiene una relación íntima con la valentía. Es posible que la ética haya dicho más acerca de la valentía que del liderazgo. Para los griegos, la valentía (ἀνδρεία, o andreia, más cercana a la idea de “hombría” o “masculinidad”) era una virtud ciudadana, así como para los romanos (valere, o “ser fuerte”, “estar sano”, “tener tal o cual valor”), y ambas culturas relacionaban especialmente su acepción con el dios de la guerra, Ares para unos, Marte para otros. Incluso, en la astrología occidental, esa deidad tiene una relación importante con el signo de Aries, iniciador del ciclo zodiacal y representante de los nacimientos, la agresividad, la lucha, el asertividad, la conquista y la afirmación (McCarthy 2018, 23-25).
Sin embargo, una de las lecciones más duras sobre la valentía proviene de la mitología griega y los doce trabajos de Hércules. Asumo que no tenemos dudas de la imagen de este último como el héroe fuerte, atrevido, valeroso y corajudo. Entre las tareas que le son encomendadas para recuperar su sitio entre los inmortales del Olimpo, Hércules debe capturar las cuatro yeguas salvajes de Diomedes, rey de Tracia. Este último, hijo de Ares, las guarda en sus establos y las alimenta de carne humana, y éstas devoran a quienes son raptados para su gozo. Asolada así la población, el hombre con la piel de león en sus hombros, convencido de sí mismo, lidera un grupo de voluntarios para capturarlas. En un primer intento, Hércules se abre camino, acorrala a las yeguas y las captura. Pillado por los soldados de Diomedes, decide iniciar la lucha y encarga los animales a su amigo Abdero, mucho menos fuerte y diestro. Las yeguas terminan por volverse contra éste y lo devoran. En seguida, el héroe se ve obligado a capturar de nuevo a estos seres salvajes y entregarlos al fin (Perseus Proyect s.f.). Finalmente, vuelve donde el rey Eristeo a reportar el trabajo cumplido, pero el deceso de su amigo nos lleva a una triste conclusión: fue un trabajo mal hecho.
La torpeza de Hércules revela que no todo lo que consideramos afanosamente como valentía podemos relacionarlo necesariamente con un liderazgo exitoso. No cabe duda de que un auténtico liderazgo se revela a sí mismo por una explosión, una iniciativa, el nacimiento de algo nuevo. El líder rompe aguas, como la punta de una flecha o una espada, y no en vano el mito de las yeguas de Diomedes está ligada a la guerra y el guerrero. Pero no es suficiente, pues el coraje se convierte fácilmente en brutalidad y termina por ser estéril. Incluso en la actualidad, cuando la sociedad demanda líderes y lideresas, buena parte de las iniciativas se dispersa en el camino y terminan por aumentar la frustración. Muchas personas desean comenzar una nueva vida, arrancar de cero, dejar todo atrás, o iniciar un emprendimiento que le permita hacer frente a su frustración en el plano profesional o personal. Sin embargo, la valentía no parece ser suficiente, o al menos pareciera que nos falta comprender algo más de ella para lograr ese cometido. Así pues, ¿cómo conduce la valentía hacia el liderazgo?
Bibliografía
Brown, Brené. Dare to lead. New York: Penguin Random House, 2018.
McCarthy, Juliana. Somos estrellas: Una guía moderna de astrología. España: Ediciones Koan, 2018.
Perseus Proyect. Perseus Digital Library. s.f. http://www.perseus.tufts.edu/Herakles/horses.html (último acceso: 7 de mayo de 2024).
World Economic Forum. Future of Jobs Report. Geneva: World Economic Forum, 2023.
[1] Banca Mediolanum National Convention del año 2023.
[2] “La característica más ignorada del liderazgo […] ¿sabes? Hablamos de visión y carisma. Sí, esas son importantes. Pero he conocido algunos líderes maravillosos que no tienen una gran visión transformadora del mundo. He conocido algunos líderes maravillosos que están en silencio y se sientan en la esquina. Pero todos ellos tienen valentía. La valentía de avanzar en una visión, la valentía de ignorar las subidas y bajadas a corto plazo en el negocio, la valentía de tomar riesgos para la gente, la valentía de creer en la gente, la valentía de hablarle con verdad al poder, la valentía de hacer lo que es correcto y tener integridad. Pienso que la valentía es una característica subvalorada del liderazgo”. https://www.youtube.com/watch?v=NQN4mtTagL0
*Filósofo, Msc. en Philosophy and Public Policy.
Creo que el líder sin valentía no es líder.
De acuerdo, no basta la "valentía" para lograr el liderazgo. Como diria Kenneth G. O´Donnell, el líder no nace, se hace. Y por eso creo que el punto clave es la MOTIVACIÓN que tenga la persona para sobresalir y lograr actuar con verdadero liderazgo.