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Santa Marta y Magdalena con aroma de Café.

  • Edgar Augusto Ramírez Perdomo
  • 28 jun
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 1 jul

Cinco siglos de Historia

 

El Café, una bebida mágica y novedosa, se tomó el gusto europeo en el siglo XVIII, y en este siglo ha aumentado su presencia en nuestra civilización hiperconectada.

 

Este cultivo llegó a América por el Caribe, donde encontró una oferta ambiental favorable, montañas, suelos fértiles y mar, para transportar las aromáticas semillas y mano de obra esclava. Llegó como un sistema agroforestal para sobrevivir los meses secos de principio de año. Hay menciones del café en Santa Marta desde el S. XVIII.

 

Con el aumento del consumo a nivel mundial y la colonización de las tierras volcánicas de los Andes, el café encontró en Colombia espacio para crecer hasta llegar a ser soporte de la economía Nacional.

 

En el caso de la producción en Santa Marta y en la Sierra Nevada, su producción es pequeña comparativamente, pero sin embargo, está viviendo un proceso de desarrollo social muy interesante.

 

La producción empresarial de las Haciendas Cafeteras fruto de la revolución tecnológica bananera, que atrajo tanta inversión extranjera e influencia en el Magdalena, propició un crecimiento en área, tecnología productiva y una gran oportunidad para los empresarios locales.

 

Inicialmente, se importó mano de obra cafetera de Puerto Rico y otras islas, pero más tarde del Norte del Santander, región pionera del cultivo que se había introducido por el Caribe venezolano.

 

En los convulsionados años cincuenta, la emigración del interior del país llegó a esta tierra de oportunidades y la mano de obra cafetera encontró el “sueño colombiano” con trabajo, paz y oportunidades en un entorno de montaña y mar: El resumen de la geografía de este país megadiverso.

 

Las tierras baldías de Ciénaga, se volvieron el objetivo. Trabajando en las haciendas de Santa Marta, estos pioneros fueron fundando fincas en la cara occidental de la Sierra Nevada, siempre con la tecnología del café y arboles de sombrío, como un sistema sostenible. Posteriormente, se “cafetizaron” tierras en Aracataca y Fundación.

 

Este crecimiento de área intervenida no fue ajeno a los habitantes ancestrales de la Sierra y los Ecologistas,hicieron causa común para “sacar” el café de la Sierra. No les faltaban razones biológicas para intentar evitar la introducción de una planta que no estaba en la sierra, ni siquiera en el continente…Pero la historia de la humanidad se ha escrito así.

 

 Culturalmente, fueron las mujeres indígenas arhuacas, las primeras que vieron la oportunidad económica de tener esta fuente de ingresos e independencia. Los ecologistas empezaron a valorar este cinturón de árboles entre los 800 y 1600 metros sobre el nivel del mar, frente a la deforestación por la “bonanza marimbera” y finalmente todos: hacendados, emigrantes, colonos, indígenas, ecologistas, políticos y actores sociales conformaron la dinámica socioecòmica que se había arraigado.

 

El “tinto mañanero” pasó de ser una bebida funcional, para mantenernos despiertos y “reiniciarnos” cada día, a ser una bebida sofisticada para disfrutar solo, con amigos o frente a una pantalla…Un café Especial.

 

Colombia fue pionera en ese mercadeo y puso la bandera nacional al prometer una bebida suave, equilibrada, producida y recolectada por personas   nombre que le dio identidad: “Juan Valdez” …con historia, no por mecanizado, como era la tendencia. No. “El Café de Colombia” es un café especial, un producto nacional.

 

El libre mercado del café trajo muchos retos. La competencia a la baja del precio entre países productores, debilitó la red institucional de los gobiernos firmantes del pacto regulador del precio cafetero, lo cual trajo crisis y perdidas en los productores y sus organizaciones … en esta coyuntura, el café de la Sierra Nevada encontró una oportunidad para mejorar su rentabilidad.

 

El Café en el Magdalena logró diferenciarse por sus atributos de taza y encontrar compradores dispuestos a pagar más por el café. Las condiciones climáticas del Caribe hacen que el cultivo del café solo florezca una sola vez al año, al comenzar el periodo lluvioso del segundo trimestre y que termina en noviembre, generalmente. Esta condición climática ofrece a las plantas la potencialidad de tener agua suficiente para el crecimiento de las semillas, que logran con los nutrientes del suelo necesarios, el mayor crecimiento posible.

 

Los granos de mayor tamaño son una ventaja comercial en el mercado, porque se requieren menos granos de café trillado para llenar un saco de exportación, lo que se denomina “Factor de Conversión”. El hecho de tener una sola cosecha anual, se consideraba a mediados del siglo XX una desventaja, pero finalizando el siglo, con la llegada del África de  “La Roya del Cafeto y la Broca” enfermedad y plaga mayores, limitantes agronómicas en la Sierra nevada ayudaron a entender las mejores condiciones que ofrece la temporalidad de la floración y la cosecha, para el manejo de los problemas fitosanitarios.

 

Para la proliferación del hongo que produce “la roya” se requiere humedad, la cual en el primer trimestre del año, por escases o inexistencia de lluvias, limita su reproducción. El tener una sola cosecha, al final del año, permite la recolección de los estados larvales y adultos de la broca y controlar sus poblaciones sin uso de insecticidas y mejor aún, la mayor posibilidad de producción ecológica con inocuidad certificada.

 

Afortunadamente para Colombia y a diferencia de la mayoría de los demás países productores del grano,  los cafeteros lograron sostener su organización institucional centenaria, la Federación de Cafeteros de  Colombia y el hecho de fundar  desde 1938  el Centro Nacional de Investigaciones de café – CENICAFE, permitió ir actualizando la tecnología de producción mediante investigaciones futuristas y exitosas. Se logró ofrecer una variedad resistente a la Roya, aun sin llegar la enfermedad a Colombia y desarrollar un plan de manejo Integrado de la Broca, sin tener la plaga presente y y lo mejor, una red de educación campesina mediante un ¡eficaz Servicio de Extensión Rural!

 

Estas características de la organización colombiana, han permitido a este país estar entre los tres primeros países exportadores de café a pesar de ser un país de minifundio y microfundio cafetero, teniendo alrededor del 95% de sus productores menos de cinco hectáreas de café por finca. De otra manera sería imposible a un campesino de poca área y baja producción llegar a un competido mercado de café tan volátil en precio, exigente en calidad y consistencia en el suministro.

 

El siglo XXI encontró una Sierra Nevada del Magdalena con una cadena productiva cafetera más estable, con un poco de paz, mejoría en su seguridad pudo demostrar que el café producido en estas tierras tenia diferencias en su taza y que como en el vino, la oferta ambiental, el entorno ecológico y las prácticas agronómicas lograban unos atributos únicos y consistentes.

 

La obtención de la Certificación 2484 del 2017, otorgada por el Ministerio del Comercio, después de un estudio de varios años verificó la permanencia de estas características de sabor y aroma en la taza limpia final obtenida en los cafés producidos en el Magdalena. La Certificación es la comprobación con rigor científico de que las plantas sembradas en la sierra nevada, con su protección forestal, clima y suelo, cambian los componentes bioquímicos en sus granos, para ofrecer atributos deliciosos y diferentes.

 

Al final se obtiene un “Café de Colombia” reconocido en el mercado mundial por su suavidad y calidad, con un “plus”, un valor agregado de gran cuerpo y notas a chocolate, que pueden tener notas celestiales en algunos casos… Un café de grano grande, en la montaña del litoral más alto del mundo, en un país megadiverso con una ciudad de medio milenio de historia.

 

La caficultura de Santa Marta, Municipio pionero e histórico en el cultivo, que además de las características en su taza, tiene las más grandes haciendas productivas de café, posee una ventaja en el volumen y consistencia de calidad desde la finca.  El resto del Magdalena, con Ciénaga con más de las 10.000 hectáreas, es el mayor municipio cafetero del norte de Colombia.

 

Aracataca con la mayor producción por familias indígenas, con las cuencas hídricas mejor conservadas y el reconocimiento de su nombre gracias a la fama de Gabriel García Márquez y Fundación con un auge y crecimiento dinámico en su caficultura, han logrado en este siglo un apoyo regional importante.

 

La caficultura avanza y La Universidad del Magdalena ha sido un aliado integral para este crecimiento. Así como Corpomag, la Cámara de Comercio de Santa Marta, la Asociación de Empresarios del Magdalena, la Universidad Sergio Arboleda, la Gobernación del Magdalena, las Alcaldías de Santa Marta, Ciénaga, Aracataca, Fundación y el Comité Intergremial, entre muchos, han acompañado al gremio cafetero a la Cooperativa cafetera de la costa y a sus asociaciones de productores en la inclusión del renglón cafetero de Santa Marta y el Magdalena en sus proyectos de competitividad.

 

Los 500 años de Santa Marta, “la ciudad dos veces santa”, es una oportunidad de recordar y repensar el desarrollo sostenible de estos parajes maravillosos en los que ha intervenido el hombre y los ha adaptado para extraer sus atributos. En general, la realidad es que no hemos aprendido a cuidar nuestra oferta ambiental. Si la Sierra Nevada logra su conservación como objetivo de todos, con un ordenamiento efectivo y consensuado, seguramente podremos lograr el desarrollo turístico, agroindustrial exportador y sostenible.

 

La zona cafetera de Santa Marta y el magdalena tiene una gran potencialidad en el turismo sostenible, el agroturismo, la contemplación, el avistamiento de aves, el turismo científico y mucho más, como lo han desarrollado otras regiones y países. Pero debe ser ordenado y reglamentado. No puede ser un turismo depredador. Podemos perder la Zona Cafetera debido al bajo precio de sus tierras al cambio con el euro y del dólar.

 

La producción mundial de café arábigo, el más suave, aromático y de montaña como el que se ha desarrollado en Colombia, está desplazándose s las alturas sobre el nivel del mar en todos los países por el calentamiento producido por el cambio climático. En los últimos 40 años, el café en el Magdalena ha subido desde unos 700  metros sobre el nivel del mar a casi los mil metros  en su cota inferior  y  en su cota superior ya está llegando a los 1.600 metros En todo el mundo es una amenaza para los páramos y para sus áreas productivas.

 

El consumo mundial está reemplazando esta disminución de área con más uso de café robusta, cultivado en zonas más cálidas, más resistente y con más cafeína. Esa situación es muy notable en el precio  internacional del café.

 

Hay opciones de conservación de la zona cafetera de Santa Marta y el Magdalena en el agroturismo, turismo y diversificación en zonas cálidas bajas con árboles frutales y cacao en arreglos agroforestales. La sostenibilidad en los 500 años de Santa Marta se piensa mejor con un café de la Sierra Nevada

 

*Ingeniero Agrónomo – Caficultor – Exdirector de Fedecafé en Magdalena

 

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