Otra vez una Constituyente ¿un capricho inútil?
- Alvaro Echeverri Uruburu
- 30 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 1 jul
Todo permitiría pensar que la calma retornaría en las relaciones entre el gobierno y el legislativo después de del agitado proceso qué caracterizó el tránsito de la reforma laboral, finalmente aprobada por el Congreso de la República a marchas forzadas, con el evidente propósito de dejar sin motivos razonables la vigencia del llamado por la prensa el “Decretazo”, mediante el cual el Presidente de la República, sin haber obtenido el concepto favorable del Senado como lo exige la Constitución para el mecanismo de la consulta popular, pretendía la aprobación directa por el pueblo de dicha reforma.
Pero, la tranquilidad política- para no mencionar otros factores de desasosiego que aquejan a la ciudadanía-, se ha mostrado ajena en los tiempos que corren, no solo por el aleve intento de asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, que obligaría a un análisis particular, sino por la renovada propuesta del presidente Petro de convocar una Asamblea Constituyente de manera directa por el pueblo, esto es, sin una ley del Congreso que la convoque como le ordena el artículo 376 de la Constitución. Por el contrario, la convocatoria la efectuarían los ciudadanos en las elecciones para Congreso en el mes de marzo del próximo año, introduciendo en las urnas una “octava papeleta” aprobatoria de la Constituyente. “El pueblo soberano”- dice Petro en el lenguaje solemne del constitucionalismo-,se “autoconvocaría” como “poder constituyente”. Para evitar suspicacias sobre intenciones ocultas, la Constituyente sesionará durante el próximo gobierno según él mismo lo propone.
Como fácilmente se observa, la propuesta de Petro busca imitar, sin que existan condiciones siquiera parecidas, el proceso que condujo a la Asamblea Constituyente del 91, apelando a una anacrónica “octava papeleta”, cuando dicho medio para consignar la voluntad del electorado ha desaparecido hace tiempo de los debates electorales contemporáneos. Hoy existe el tarjetón.
Pero, sin duda lo grave de esta propuesta es que se quiera desconocer, de nuevo, inequívocas disposiciones constitucionales sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente, inventándose un procedimiento que riñe claramente con aquellas.
No sobra recordar, que la célebre “séptima papeleta”, promovida por el movimiento estudiantil en agosto de 1989 y respaldada por los más diversos sectores de la opinión pública, era el único mecanismo posible para forzar la reforma de la Constitución, ante la inexistencia en el ordenamiento legal de entonces de una mecanismo como la Asamblea Nacional Constituyente.
De otra parte, no fue la “séptima papeleta” la que permitió la convocatoria de la Constituyente del 91, como a veces se cree, pues aquella careció de efectos prácticos dado que nunca se escrutaron los votos emitidos a favor de esta iniciativa. Fue el Decreto Legislativo 927 de 1990 dictado en virtud del régimen de excepción del Estado de Sitio por el gobierno del presidente Virgilio Barco y avalado en cuanto a su constitucionalidad por la Corte Suprema de Justicia, el que permitió consultar la voluntad popular acerca de la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución “a fin de fortalecer la democracia participativa”, cómo rezaba la papeleta de la consulta. La votación mayoritaria por el sí abrió el camino a la convocatoria y elección de los miembros de la Constituyente del 91.

Ahora bien, volviendo a la propuesta actual del Petro, ¿qué sentido tiene convocar una Constituyente que no entrará en funciones hasta dentro de dos años? En verdad a Petro no le importa en qué tiempo deberá sesionar la Constituyente que propone. A él lo que le interesa es imponer La Agenda, los temas que él coloca para el debate nacional. Con su propuesta actual Petro controla La Agenda. Así estaremos sometidos durante días y tal vez meses a una discusión entre tirios y troyanos acerca de la conveniencia o no de una Constituyente, lo mismo en cuanto a su constitucionalidad en el caso en que se insista en su convocatoria directa por el pueblo.
¿Y cuáles serán los temas de la Constituyente? Ya Petro sacará al azar de su caletre temas improvisados y, de nuevo, estaremos discutiendo si estos son o no los que requieren los graves problemas y necesidades de la nación.
Como pasó con la consulta popular, la convocatoria a una Constituyente como panacea, se convertirá en el tema de agitación preelectoral y de acicate para movilizar a sus partidarios a ganar de nuevo las calles y las plazas del país.
Petro sigue demostrando que es un hábil agitador político, pero infortunadamente para Colombia, ha resultado ser mucho más que un mediocre gobernante.
El Editor,
Muy buen artículo
Bueno y claro articulo, es una farza lo de la 8 papeleta pues de ninguna manera seria la voluntad popular ya que esta propuesta por el ejecutivo y no por iniciativa populat es solo una distraccion para estar vigente
Llevamos más de un siglo de gobiernos con despropósitos, un país lleno de violencia y abusos y un último gobierno al que le han puesto todos los obstáculos posibles, nos preguntamos ahora quienes son los verdaderos dueños de este país quienes manejan las cuerdas y que intereses hay detrás de todo esto
A ese señor no le interesa el país solo quiere crear cortinas de humo para que pase su último año lectivo en una pérdida de tiempo y gasto de energía de todos los entes políticos y obviamente al pueblo y la masa bruta (en todos los sentidos) que él controla. Pues o tiene lista una estrategia para ganar las próximas elecciones o no veo para que le va a dejar a la derecha carta blanca para acabar la constitución del 91.