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Los Años de la Adversidad

  • Julio Marino Barragán
  • 28 may
  • 8 Min. de lectura

La llegada de los europeos a la Santa Marta indígena en los siglos XVI y XVII

 

Es interesante recalcar la diferencia que se ha de establecer entre lo que es una tradición cultural y unsistema u organización político-administrativa. Pues en varias ocasiones, como nos lo demuestran Wilfredo Padilla, Adriano Guerra y Eduardo Mazuera en sus artículos, los españoles hacían uso de estas diferencias políticas, sobre todo en el caso de las dos ciudades más sobresalientes de la tradición Tayrona, como lo fueron Pocihueica y Bonda.

Bonda por ser la más cercana del asentamiento hispano, fue objeto de múltiples ataques y posteriores acuerdos de paz o procesos de pacificación y entre varios de esos acuerdos, estaba el proveer de hombres en armas a las tropas españolas para atacar la inexpugnable Pocihueica, como lo describe Wilfredo Padilla en su revelador escrito.

 

Es muy probable que las enemistades existentes entre Bonda y Pocihueica nos demuestren lo qué en esos momentos estaba ocurriendo en la Sierra y en un área tan importante como lo es esta esquina delplaneta. Es muy probable que se estuviera avanzando, en la esquina noroccidental del macizo, hacia la constitución de incipientes estados como forma de gobierno en torno a estas dos ciudades. Pocihueica y Bonda tenían cada una de ellas ciudades satélites que proporcionaban bienes y hombres para la guerra.


Algo similar, guardadas las proporciones observamos hoy en día en los pueblos kággaba, quienes a semejanza de lo que ocurría en la esquina noroccidental, mantenían lo que en su momento describiópara el estado incaico John Murra, un control vertical del territorio. Es decir, siguiendo la lógica de los valles montañosos de los ríos que bajan de la sierra (36 en total), hoy en día los kággaba tienen asentamientos desde las partes bajas cuando tienen control sobre estas tierras calientes (hoy en díasolo entre las desembocaduras de los ríos Don Diego y Palomino, existe la posibilidad de contar conuna salida al mar que permita mantener un control vertical de todos los ecosistemas posibles en la Sierra por parte de los pueblos indígenas) hasta los páramos lo que le permite tener acceso a una familiaindígena, a los diversos cultivos que la sierra puede brindar. Más o menos el esquema funciona, aunque sabemos que en muchos de los ríos, en aquellas partes ubicadas a partir de los 1200 metros o incluso más alto, ya no están en manos indígenas.

 

Por las descripciones dadas por los cronistas españoles, sobre todo por Juan de Castellanos ymencionadas por varios de los textos de este tomo, la buena vida, la no existencia de la miseria, erauna constante de los pueblos en el siglo


XVI. Además de que, en el rescate y saqueos hechos en estas primeras décadas, se denota la existencia de una considerable riqueza en metales y piedras preciosas, más allá de los frutos dados por la tierra yel mar. Así que el modelo funcionaba, pues si Pocihueica podía en un momento dado reunir veinte mil


combatientes en 1529, podremos imaginar la densidad de población existente tan solo en las partes altas de los ríos Toribio, Córdoba y Gaira, en principio subsidiarios de la ciudad serrana de Pocihueica.Es muy probable que antes de la llegada de los españoles en la sierra vivían entre doscientas ytrescientas mil personas, concentradas sobre todo en la esquina noroccidental. Hoy en día los cálculosno superan las ciento ochenta mil personas. Además de que la calidad de vida era mucho mejor y encondiciones similares para toda la población, el impacto sobre la naturaleza era muchísimo menos dañino que el que se ha hecho en estos quinientos años.


El modelo funcionaba y funciona, pues seguimos observándolo en los actuales pueblos que habitan en las partes medias y altas de la montaña.


Justo el decreto presidencial 1500/2018 que amplía las resoluciones 000002/1973 y 0837/1995, reconoce y protege dichas bondades y obliga al estado a mantener en funcionamiento dicho modelo enlos actuales contextos. Más sin embargo nuestra respuesta fue el desconocimiento de ello y la subsiguiente demanda para impedir que el modelo indígena pueda seguir funcionando. O sea, la violencia, la expoliación y la discriminación siguen siendo los mecanismos y los comportamientos que heredamos de los españoles y que aún mantenemos bajo formas aún más sofisticadas.


Un caso destacado de esta Santa Marta indígena del siglo XVI y XVII, es la presencia del pueblo chimila hoy conocidos como los ette ennaka.


Así nuestros autores los mencionen de soslayo, consideramos que la historia y el presente de nuestra región y en general del país, tuvo en la resistencia chimila una de las principales razones del por qué Santa Marta rápidamente quedó rezagada del resto de fundaciones hispánicas. Solo a fines del sigloXVIII los chimila fueron controlados por el gobierno colonial a partir del modelo de ordenamientoterritorial impulsado por las reformas borbónicas y, en nuestro caso por el maestre de campo JoséFernando de Mier y Guerra, en su momento el hombre más rico del virreinato. Las rutas de comunicaciónentre Santa Marta y Santa Fé, siempre tuvieron en los ataques de guerrilla de los chimila un obstáculo aunado a las agrestes selvas del Ariguaní. De otra parte, el camino más expedito era la navegación por el río Magdalena, pero sabemos lo peligrosa que es la desembocadura en el Caribe, que se solventarápidamente con los caminos fluviales que pronto serán el canal del Dique que permitió a Cartagenacomerciar con el interior del virreinato sin mayores contratiempos. Así, además de los anterioreshechos, circunstancias y condiciones de la región, la rebeldía chimila aisló aún más a la ciudad. Aún recuerdo en mis años de estudiante, mis viajes desde Bogotá para disfrutar mis vacaciones en casa, podían durar hasta 30 o más horas de viaje, montado en un bus sin aire acondicionado, que luego de pasar Bucaramanga, más concretamente el municipio de La Playa, se enrumbaba en una carreterapolvorienta hasta llegar a Fundación, donde aparecía el asfalto. No olvidó la cara de Sara Pardo al decirme: “mijito, primero te bañas y te sacas ese polvero de encima”.


Todo ese aislamiento, es el producto de las condiciones propias de esta región, y en especial de laresistencia del pueblo chimila al gobierno colonial español. Santa Marta y la Corona.

 

Estos siete textos nos muestran otro aspecto que va aunado a la Santa Marta indígena que se encontraron en el siglo XVI y que aún resiste y mantiene sus modelos de existencia con vigor. Santa Marta aparentemente era en sus primeros años un hervidero de aventureros, soldadesca, estafadores(caso de Bastidas) y esclavistas que venían en busca de la fortuna fugaz. Una población que fluctuabaante la llegada y partida de hombres en las expediciones, como las de Jiménez de Quesada o Lebrón,en busca de nuevas tierras y de fortunas. Un importante factor de las relaciones entre españoles e indígenas y de los intereses de los primeros en abandonar la pobreza, fue el comercio de esclavos indígenas mucho antes del de negros provenientes de África. Las evidencias están en los relatosdados por Hermes Tovar, donde demuestra la crueldad de los europeos ante los indígenas, por lo barato de este aberrante comercio a diferencia del de gente negra esclavizada, mucho más costoso y dispendioso, pues estaba obligado por demás, al pago de impuestos como el almojarifazgo. Mientras que la esclavitud sobre los nativos americanos estaba prohibida desde 1495, e incluso, en 1500, lacorona explícitamente ordenó a los súbditos españoles no cautivar a ninguna persona originaria, a lasgentes de estas tierras samarias se les capturaba y vendía para ser enviadas a las Antillas.

 

Pero este ambiente de los primeros años, pronto se esfumó. Santa Marta fue quedando rápidamente en el olvido de la corona de Castilla. Santa Marta fue presa de los continuos ataques de piratas ycorsarios franceses e ingleses (hasta un samario vino en una de esas a cobrar venganza) siendo losmás recordados los de los años de 1543,1555, 1576, 1596, 1629, 1635 y 1672. Solo en el siglo XVI fue quemada la incipiente ciudad en más de una docena de veces. Las epidemias de disentería, ademásde otras y la carencia de hospitales y médicos hacía de la vida en ella una verdadera odisea. Podíanpasar hasta dos años sin que navío alguno se acercara al puerto.

 

A pesar de los múltiples ataques y quemas de la población, a diferencia de ciudades destacadas comoCartagena o Panamá, Santa Marta nunca tuvo las fortificaciones necesarias que garantizaran sudefensa. De ahí que buena parte de los recaudos se destinaran para gastos de manutención de los pocos soldados, para pertrechos y uno que otro muro donde colocar un cañón.

 

Aún, ante la existencia de una Caja (honor para ciudades relevantes), la respuesta de la metrópolisiempre fue la de oídos sordos. En estas condiciones y ante la avaricia y como enfatiza Hermes Tovar … Hacia 1533, la pereza española era la síntesis aventurera de estos civilizadores, pues, en SantaMarta, un cura tan improductivo como ellos informaba que aquellos feligreses se mantenían y se han mantenido “sin hacer ni labrar una tapia, ni entender en granjería ninguna y sin tener iglesia sino unbohío comprado de un particular”. Esta desoladora situación se manifiesta en el declive demográfico dela ciudad que, durante el siglo XVI en vez de crecer, cada vez era menor la cantidad de habitantes, pensándose en más de una ocasión, en su abandono definitivo.


Una respuesta ante la evidente situación de desmadre que desde sus inicios tuvo Santa Marta, y en especial para evitar cada vez más las disputas con los indios vecinos del asentamiento, fue la constitución de las encomiendas, que ayudó a conformar una serie de obligaciones de los indígenas con los españoles. Así nace el servicio personal, el tributo y el adoctrinamiento católico. En el caso deSanta Marta, las encomiendas no supusieron el derecho a la tierra por parte de los encomenderos, sino que ella fue entregada a quienes la solicitaran para la agricultura y la ganadería. Así surge la hacienday el latifundio, modelo económico que aún hoy persiste en la región.

 

Ante este abandono persistente y de otra parte, como nos lo dicen tanto Hermes Tovar como Mauricio Tovar, la rapacidad de los múltiples gobernadores, el contrabando se convierte en una de lasactividades más destacadas en Santa Marta, ejercida, incluso en más de una ocasión, por los mismosgobernantes. Junto al contrabando la corrupción hizo camino, hacerse el de la vista gorda ha sido un talante en la historia de los gobiernos de Santa Marta. Como nos recuerda Hermes Tovar: Si el hombre del Darién (Pedrarias Dávila) dejó los trazos del dictador ideal de nuestra América. El hombre de SantaMarta (Bastidas) nos trazó la personalidad del estafador por excelencia, el símbolo del vivo y desfalcador de nuestras administraciones y nuestra burocracia moderna. Así, el aprecio por lo públicorápidamente se diluye desde la génesis de la ciudad.

 

Es indudable que la historia de la ciudad y de la región, de esta margen derecha del río Magdalena está ligada y determinada, por las relaciones desiguales y violentas que los españoles y sus herederos hemos tenido con los pueblos indígenas, y posteriormente, con el pueblo negro. Pues lo ocurrido en lossiglos XVI y XVII traza el camino que aún seguimos andando. Hemos llegado al punto de armar un debate, sí lo que representa este año es una celebración o una conmemoración.

 

Hemos intentado contar una versión pastoril de semejante genocidio que fue la fundación de SantaMarta y sus posteriores años y siglos. Nada más reconocer los años recientes del conflicto armado,cuando a los ette ennaka se les prohibía hablar en ette taara, llegando a que en estos momentos siacaso el 8% de la población es hablante y de ellos ningún niño ni joven puede expresarse en su lengua. O los asesinatos selectivos cometidos por guerrilla y paramilitares y hasta el mismo ejército nacional contra todos los pueblos indígenas, todos, sin excepción, unos mas que otros, caso de wiwa y kankuamo,o en el de los arhuacos y los ette ennaka, donde la muerte de sabios trunca procesos culturales,espirituales e identitarios. De ahí la relevancia de este espacio que atesoramos, la tertulia Samaria y de la publicación y divulgación de estos textos, pues es precisamente en la lectura, conocimiento científico y crítico de nuestra historia y de nuestra realidad, que podemos desandar aquellos años de la adversidad.

 

Así que la hipócrita actitud de muchos de nosotros ante estos quinientos años tan solo es un reflejo másde aquello que ocurrió ante la llegada de Bastidas y sus huestes un 29 de julio de 1525 a la bahía de Santa Marta.

 

*Antropólogo.

 El presente texto hace parte de la conferencia dictada por el autor el 25 de marzo del presente año. En el marco de la serie de conferencias denominadas Tertulias Samarias (CAJAMAG).

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