Acabamos de celebrar, una vez más, la fecha del 20 de julio de 1810, que la historiografía oficial ha considerado como el punto de partida de nuestra nacionalidad, pues según la versión elaborada por aquella, en esa fecha se produjo el llamado “grito de Independencia” de la dominación española.
Acontecimientos cercanos a esta última celebración, nos obligan a reflexionar sobre el problema de la identidad nacional, o más sencillamente sobre el sentido de pertenencia y valoración que tenemos los colombianos por el hecho de haber nacido y desarrollar nuestros proyectos de vida en este espacio geográfico que los fundadores de la República llamaron Colombia.
Desde hace tiempo, los equipos de fútbol que a lo largo de los años han conformado la selección colombiana de este deporte, se han convertido en factor de cohesión de la mayoría de los colombianos, por fuera de orígenes sociales. religiosos o políticos.
Sin duda, exagerando un poco, podría decirse que los colombianos se sienten tales cuando se visten la camiseta de la selección y siguen con fervor- los comentaristas deportivos dirían “con pasión”- los partidos en los cuales “su” selección enfrenta a los equipos de otras nacionalidades.
Muchos dirán que este fenómeno colombiano no es nada excepcional y que la “pasión” por el fútbol, como no ocurre con ningún otro deporte, es un hecho universal.
Sin embargo, creemos que en Colombia el entusiasmo por el fútbol y por su selección en particular de parte de la mayoría de los colombianos, está ligado de manera específica a lo que se ha llamado “el espíritu nacional”, ese vago sentimiento de pertenencia a una comunidad política.
En Colombia, un país enormemente diverso desde el punto de vista sociológico por razones étnicas, culturales, económicas y políticas, durante el siglo XIX y parte del XX, tuvo en la religión católica y en los partidos tradicionales, liberal y conservador, los factores determinantes que en alguna forma lograron cohesionar la heterogénea realidad social del país.
Recuérdese que el preámbulo de la Constitución de 1886- vigente durante 104 años- consagraba a la religión católica como la religión de la Nación. De otra parte, la reforma a esa constitución, votada en referendo en 1957, estableció un régimen compartido de ejercicio del poder entre liberales y conservadores- “las dos partes en que estaba dividida la Nación” según palabras de los jefes políticos de la época-. Una modificación constitucional posterior, en 1958, quiso prolongar “ab eternum” ese régimen de cohabitación en el célebre parágrafo del artículo 120 de la Constitución de 1886.
Pero, la modernización del país a partir de la segunda mitad del siglo pasado, debilitó a la religión y a los dos partidos decimonónicos como factores de integración social que en alguna medida habían contribuido a la construcción de nuestra nacionalidad.
Es entonces cuando surgen otros agentes cohesionadores: artistas nacionales que se destacan en el ámbito internacional y de manera emocional, el fútbol con la selección nacional y sus figuras destacadas.
Por estas razones, menos evidentes y visibles, es que los sin duda bochornosos hechos protagonizados por un gran número de colombianos en Miami, el día en que se celebraba el partido final de la Copa América y en el que se definía el título de campeón para la selección del país, deben tener una explicación más allá de los factores de psicología de masas, que pretendería demostrar que dicho comportamiento de los aficionados colombianos fue igual o incluso menos reprochable que los cometidos por otros colectivos nacionales, como lo sostuvo la cronista deportiva del periódico El Tiempo, María Paula Ortiz, ( El Tiempo ¿ Es verdad que los colombianos somos así? , 21 de julio 2024, pg. 2.7).
La conclusión que de todo esto podríamos sacar es la de que el país está en mora de construir, entre todos, un nuevo sentido más perdurable de la nacionalidad, caracterizado por el conocimiento y el orgullo de nuestro pasado- ¿Cómo lograrlo cuando los estudios de nuestra historia desaparecieron de los programas de los primeros años de educación?-; la pertenencia a una comunidad basada en la solidaridad, la justicia y el respeto- lo cual implica superar los enormes márgenes de desigualdad e injusticia existentes en la actualidad- y animada por las expectativas de un futuro mejor y más próspero para todos sus miembros.
El Director.
Tienes toda la razón!. Los valores de la COLOMBIANIDAD no pueden girar en torno al devenir de una pelota de cuero.Es indudable que nuestros niños y jóvenes de hoy ,se quedaron sin ejemplos a seguir, de la noche a la mañana, las buenas maneras y la urbanidad , con el buen trato entre los ciudadanos, pasó a ser anacrónico y era una arandela intrascendente el comportarse decentemente en los diversos escenarios de la cotidianidad, conocer las instituciones y la conformación del Estado de Derecho, lo dejaron para las escuelas y estudiantes de Abogacía y desapareció la Cívica, como fue eliminada la llamada HISTORIA PATRIA y desde entonces pocoynada,conocen nuestros imberbes connacionales ,de quienes vivieron y lucharon por darnos hace 200…