Más allá de que lo personal es político y, por ende, algún día venceremos, lo que realmente alcanzamos a tocar de todo eso es lo que nos pasa en un cuarto con alguien más.
La primera vez que leí a Sally Rooney, sentí que lo había leído todo. No fue porque la certeza me llegara de golpe al cerrar el libro. Fue más porque, desde entonces, todos sus libros siguen abiertos en mi vida. Es la única autora que he releído, la única autora que recomiendo sin importar el gusto de los demás. Pero, sobre todo, es la primera autora que voy a hacer leer a mis alumnos si algún día enseño literatura en un colegio. Espero que los estudiantes me perdonen desde ya por obligarlos.
En mi vida, sus libros siguen abiertos porque, como bien han dicho muchos críticos, Sally Rooney apunta a ser la autora de nuestra generación. Yo la leo a los 26; ella publicó por primera vez a los 27. Supongo que eso podría confirmar algo. Quizás no. Jane Austen lleva 207 años muerta y, aun así, podría perfectamente ser la escritora de mi generación. Cómo no, si igual que las de mi generación, lo que más buscaban sus protagonistas era ser fieles a sí mismas, intentar ir en contra de dónde las puso la sociedad.
Es por las cosas que un autor tiene por decir que puede vencer o adueñarse del tiempo. Pero, al tratarse del amor, ¿acaso no se ha escrito ya todo? Y si no, qué tiene por decir un libro cuando, en realidad, las verdaderas consecuencias de lo que hace el amor es lo que vivimos día a día; lo que decidieron compartir nuestros papás con nuestras mamás, nuestros abuelos con nuestras abuelas. Así hacia atrás y hacia atrás hasta que las civilizaciones se hicieron, y ahora la humanidad es esta cosa aparentemente sólida y establecida; a veces incluso tan por encima de la naturaleza. Estamos aquí porque, en todos los puntos de la Historia, dos o más personas estuvieron juntas.
Entonces, ¿de qué van sus libros? ¿Qué es lo que tanto dice Sally Rooney?
Con cuatro novelas publicadas desde 2018, dos adaptaciones televisivas y traducciones a más de 40 idiomas, la joven irlandesa se puso en la boca de todo el mundo con su segundo libro, Gente Normal (Normal People). En él, atravesamos la relación de Marianne y Connell, dos estudiantes que se ven y se acuestan en secreto durante su último año de colegio. La relación crece tanto a escondidas que ella no puede seguir y decide irse. Pero como la vida siempre sabe más, se reencuentran en la universidad y, desde ahí, son llevados por la fuerza de los años, las decisiones, los intentos, y todo lo que hace que las personas se dejen y vuelvan.
La portada del libro son ellos dos dentro de una lata de sardinas, acurrucados, cabiendo juntos. Fue por eso mismo que la novela impactó tanto, por la precisión al desglosar su afecto. De una u otra forma, lo que Marianne y Connell tuvieron fue la primera relación que mi generación tuvo o quiso tener. No por cómo se suele edulcorar el primer amor, sino por cómo la novela habla de descubrir el cuerpo propio, necesitar el de alguien más y lo que pasa al admitir que sí, nos sentimos completos cuando estamos en compañía.
A Rooney le preguntaron, bromeando, si en la idea inicial para la novela los personajes le habían llegado agarrados de la mano. Admitió que sí, que nunca le interesó saber quién era ese muchacho o esa muchacha sin el otro. No quería entender cómo pensaban como individuos, sino quiénes eran ellos entre ellos. Aseguró también que le es imposible creer en la idea del amor como la realización personal. Decir que alguien solo necesita quererse a sí mismo y que puede moverse solo por el mundo como una unidad completa, que decide no afectarse por los demás, le parece una ficción. Dice que todo se reduce al hecho mismo de que tengamos lenguaje. Al ser una invención humana, lo heredamos de otras personas; no se dio en soledad. Entonces, todo lo que sabemos de nosotros viene de alguien más diciéndonoslo. Según Rooney, no tenemos otra opción. Nada puede cambiarnos hasta que alguien lo hace.
Con eso, ella no quiere decir que hay que encontrar a una persona y casarse a cierta edad. Piensa que las relaciones humanas son vitales sin importar la forma que tomen. “Pueden ser completamente no convencionales, pero nunca una opción. Nadie puede, de la nada, optar por salirse del resto de la humanidad. Depender de los otros es lo que nos sostiene”.
En lo que a mi generación le compete, parece que, a la par de ir navegando esta juventud, le pedimos a nuestro tiempo una mejor forma de amar. La mayoría de las veces, es como agarrar toda la belleza posible con el pecho, los muslos, la clavícula, para que luego, al segundo, todo se quiebre y las puntas de cada hueso se claven al andar. Vamos aprendiendo a querer mientras, como mujeres, sabemos que a nuestras mamás, tías e incluso primas un poco mayores no las quisieron con dignidad. Y luego ellos, que por fin oyen que pueden sentir lo que sienten, los rebasa la capacidad de hacer algo con todo eso porque, ¿cómo se usan las manos por primera vez?
Más allá de que lo personal es político y, por ende, algún día venceremos, lo que realmente alcanzamos a tocar de todo eso es lo que nos pasa en un cuarto con alguien más. La ingenuidad de estos años duele; la confusión de seguir probando y sentir que definimos la nada, aún más. Pero atrevernos a volver a creer, ver a nuestros amigos en las mismas, y de pronto rozar un poquito de esa promesa que lleva siglos precediéndonos… ¿No es eso lo que la Historia espera de nosotros? Que la reescribamos de una vez por todas, que por fin lleguemos a cuidarnos bien.
Reitero: las relaciones en los libros de Rooney están lejos de ser perfectas, mucho menos sanas. Pero es cómo traza el estar con el otro lo que nos hace darnos cuenta de lo innegable: tenemos cuerpo porque vinimos a querernos.
Llevo tres semanas buscando la edición que más me gusta de Intermezzo, la nueva novela. En la librería, por fin me explicaron que esa edición no la traen al país. Acabo de pedir el envío. Cuando deje el libro abierto, les cuento.
*Estudios de Redacción creativa digital. U, de los Andes. Estudios de actuación en Los Angeles (California). Docente Online en enseñanza de inglés.
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